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Los sindicatos británicos posponen una confrontación total con el Gobierno

A los sindicatos británicos no les gusta la política económica del Gobierno conservador, pero consideran que todavía es pronto para lanzarse a una confrontación total contra el Gabinete que preside Margaret Thatcher.

Esta es la conclusión a la que llegan los observadores imparciales después de estudiar cuidadosamente las mociones aprobadas en el congreso anual de los sindicatos británicos, que se clausura hoy en la localidad veraniega de Blackpool, al norte de Liverpool.La fecha clave, en la disyuntiva confrontación-negociación con el Gobierno, fue el miércoles, cuando, a pesar de los esfuerzos desplegados por los dirigentes moderados del Trade Unions Congress (TUC), el pequeño sindicato de trabajadores del mueble y de la madera consiguió presentar al pleno una moción en la que se pedía la convocatoria de «manifestaciones masivas» en todo el país contra las directrices económicas del Gobierno conservador.

El recuento de votos fue dramático, ya que la moción había conseguido el apoyo inesperado del sindicato amalgamado de trabajadores mecánicos, el segundo en importancia del país. Pero, por un estrecho margen -una mayoría de sólo 61.000 votos de un total de más de doce millones a favor de la moción moderada de la mesa-, la moción fue derrotada ante el alivio del comité ejecutivo del TUC y, especialmente, de su secretario general, Len Murray.

En su intervención ante el con greso en defensa de la moción de la mesa, Murray admitió que «muchos de nuestros afiliado habían votado la fórmula conservadora en las últimas elec ciones generales en un clima de hostilidad general hacia el movimiento sindical del que todavía, no nos hemos recuperado».

Murray, que atacó la política económica del Gobierno como «divisoria y estéril», se mostró partidario de continuar las negociaciones con la Administración y en contra de una ruptura. «Argumentar que los sindicatos no de ben dialogar bajo ninguna circunstancia con el Gobierno conservador es demostrar una absoluta falta de realismo», dijo.

Con relación a la propuesta de «manifestaciones masivas», el secretario general se mostró contrario a las mismas -«no debemos dar un cheque en blanco a nadie»- y propuso en cambio «una campaña de educación a escala nacional» para presentar a la opinión pública los verdaderos objetivos de los sindicatos.

El tono moderado de Murray constituye una prueba más del temor de los sindicalistas profesionales a producir una irritación en el país parecida a la que se registró como consecuencia de la serie de huelgas del pasado invierno, que tuvieron como consecuencia la caída del Gobierno laborista y la elección de los conservadores con la mayoría más amplia desde el fin de la guerra.

En la sesión de ayer, el congreso aprobó una moción, presentada por el poderoso«sindicato minero, en la que se pide que se desarrollen al máximo las capacidades energéticas británicas, incluida la energía nuclear.

El vicepresidente de los mineros, Mick McGahey, declaró que «el pueblo británico debe darse cuenta de que los días de la energía barata se han acabado, y añadió que «no existe competencia alguna entre las diferentes fuentes de energía, carbón, gas, petróleo y energía nuclear».

«El combustible inanimado -la energía nuclear- no compite con las otras fuentes de energía. Son las fuerzas detrás de esa energía las que compiten con los pueblos», dijo.

Por su parte, el secretario general de las asociaciones de ingenieros y técnicos, John Lyons, defendió el récord de seguridad de la industria nuclear y dijo que en los últimos cinco años, sólo dos personas han fallecido porloque parece ser un extremo de radiación. Y esto no está probado fehacientemente.

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