_
_
_
_

Cierre de cuatro casinos londinenses por excesiva "agresividad comercial"

Para un país como Gran Bretaña, que se jugó el pasado año, una cantidad superior al billón de pesetas en diversos juegos de azar, las entidades concesionarias deben ser limpias y transparentes. De acuerdo con esta filosofía, informa Carlos Mendo, desde Londres, un tribunal de South Westminster ha negado la renovación de sus respectivas licencias a cuatro de los más lujosos casinos del aristocrático West End, londinense, sobre la base de que su propietario, el poderoso grupo Ladbroke, se había pasado en su agresividad comercial para reclutar clientes.

El grupo Ladbroke es un conglomerado que controla toda clase de negocios, desde casinos y salas de apuestas a tiendas de artículos deportivos y hoteles. La no renovación de las licencias a sus casinos de West End es considerada por los expertos de la City como un duro revés para el grupo que podría, incluso, forzarle a la venta de todas sus compañías, al provenir de los casinos la mayoría de sus beneficios.Según investigaciones de la policía, los casinos habían montado una serie de operaciones dedicadas a atraer a sus mesas de juego a los peces gordos, principalmente árabes, americanos y japoneses. En el argot de los casinos, un pez gordo es aquel cliente que está dispuesto a perder, sin pestañear y sin infarto de miocardio, 10.000 libras esterlinas (un millón y medio de pesetas).

Para ello, el plan «caza del pez gordo» incluía las siguientes fases: propinas a los porteros de los hoteles para que encaminasen convenientemente a los clientes ricos a los casinos Ladbroke; contrataciónde detectives privados que anotaban las matrículas de los coches de lujo (Rolls Royce, Daimler y BMW) estacionados ante los casinos de la competencia; soborno de un funcionario en la oficina de registro de matrículas para que facilitasen los nombres y direcciones de los propietarios de los coches de lujo; una vez localizados los propietarios, envío de flores, champaña y, en muchos casos, atractivas empleadas, para convencer a los clientes potenciales de las ventajas de jugar en los casinos de la empresa, y, por último, autorización a los nuevos clientes para utilizar las instalaciones de los casinos sin respetar las 48 horas establecidas por la ley desde que un nuevo miembro es admitido como socio a un casino hasta que se le permite jugar.

Parece que el plan funcionaba tan a la perfección que los beneficios de los casinos londinenses del grupo Ladbroke aumentaron en más de 1.500 millones de pesetas en el último año.

El conglomerado ha anunciado que apelará la sentencia, por lo que sus casinos permanecerán abiertos hasta que se conozca la decisión del tribunal superior. Pero el daño ya está hecho y las acciones del grupo, uno de los valores más cotizados en la bolsa de Londres, han bajado veintiséis enteros en un sólo día.

La competencia entre los casinos londinenses es feroz en razón de la enorme suma de dinero que se juega en sus mesas cada noche. Datos fiables han revelado que durante el pasado año los casinos del Reino Unido cambiaron en fichas la increíble cantidad de 100.000 millones de pesetas. Recientemente, un hombre de negocios, cuya identidad no ha sido revelada, ganó en una noche unos cuarenta millones de pesetas para volver la noche siguiente y perder unos 41 millones. Según han manifestado expertos de los casinos, el número de personas existentes en el mundo dispuestas a jugarse cantidades semejantes apenas se acerca a los seiscientos, y todos los casinos del mundo tratan de conseguir por cualquier medio que esos seiscientos se acerquen a sus mesas.

Caso de confirmarse la retirada definitiva de las licencias a los casinos londinenses del grupo Ladbroke, el principal beneficiario sería el popular Playboy Club, cuyos beneficios antes de impuestos en el presente año sobrepasan los 1.600 millones de pesetas. Su director, Victor Lownes, el hombre que introdujo las bunnies del Playboy en Gran Bretaña, es el ejecutivo mejor pagado del país, con un sueldo anual que se acerca a unos 37 millones de pesetas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_