No queremos tragedias

«Hablando de las largas y activas negociaciones con Adolfo Suárez, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Carlos Garaicoechea, ha dicho que pasa como en las tragedias griegas, que no se sabe cómo van a terminar hasta que terminan.En este caso, lo que parece deseable es que la cosa no termine en tragedia. (...)

Y conste que el señor Garaicoechea no ha querido, como su paisano el señor Monzón, echar leña al fuego de la desestabilización española, proclamada primero y desmentida después por el parlamentario batasuno, en lo que parece más cómico que trágico. Ha dicho, por el contrario, cosas tan llenas de buen sentido como éstas: "Existe una disposición realmente negociadora. Lo que ocurre es que cada uno parte de sus propias concepciones y a veces no es fácil aproximarlas, porque si no seríamos todos del mismo partido." Y después de afirmar que sería demasiado hablar de escollos insalvables y que era preciso continuar la tarea clasificadora, dijo que no era sorprendente "que se gasten muchas horas y que se tengan que gastar muchas más".

Son las tragedias, en cambio, las que tienen el tiempo medido.

Nos parece que hoy no tenemos mucha vocación de coro de tragedia, aunque algunos puedan tenerla. Preferimos la vocación de ciudadanos de un país civilizado, en que el pacto, la negociación, la diplomacia, se ponen en manos de políticos y no de personajes de tragedia, por griega que sea.

¿Quién, al votar, quiso elegir a algún protagonista de tragedia colectiva? No no es ese el papel. No nos montemos pues en el coturno de los actores que levantan así su estatura ni nos pongamos la máscara de los tragediantes.

Bastantes tragedias hemos tenido en el país. »

, 13 de julio