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Consejo de ministros

No ha habido ninguna actuación de los cadetes en Zaragoza que merezca sanciones

«Un hecho de la gravedad del incendio del Corona de Aragón», afirmó el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, «genera un ambiente de confusión y genera informaciones incontroladas. Es un hecho incontrovertible y cierto», prosiguió, «que personas de cierta notoriedad en la vida social española alojadas en el hotel afirmaron, desde el primer momento, que se trataba de un atentado. Se produjeron», dijo, «una serie de explosiones, al propagarse las llamas, y todo ese conjunto de cosas, en medio de la confusión normal ante un siniestro de esas proporciones es posible que impactara a una serie de miembros de la sociedad de Zaragoza, pero los rumores quedaron muy pronto desmentidos por la rotundidad de los hechos y por el gran número de testigos presenciales, entre ellos los propios camareros de la freiduría, donde se inició el incendio, y un comandante de la Guardia Civil.»

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En torno a distintos rumores que circularon ayer, y que recogieron algunos medios informativos, sobre tensiones en círculos militares de Zaragoza tras el incendio del hotel Corona de Aragón, el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, manifestó que, efectivamente, hubo llamadas telefónicas desde Zaragoza de algunos militares a sus superiores -no a la Moncloa- que quedaron controladas y aclaradas inmediatamente al explicarse que el incendio había sido fortuito y que no se debía a ningún acto terrorista.Añadió el señor Meliá, que al terminar la ceremonia de entrega de despachos en la Academia General Militar, «los cadetes se desplazaron, poco menos que en masa, a los centros hospitalarios, primero para recabar información, en medio de la confusión reinante, e incluso para ofrecerse por si podían ayudar, teniendo en cuenta que pesaba sobre ellos la emoción y la falta de información lógica en esos momentos». Dijo también, sobre una supuesta intervención de la Policía Militar para reducir pretendidas actitudes indisciplinadas por parte de algunos cadetes, que «yo no tengo conocimiento de la certeza de este hecho y dudo que ello pudiera ir más allá del lógico desasosiego. Los más altos responsables del Ministerio de Defensa», continuó, «han negado que pudieran existir actuaciones que hubiesen dado lugar a medidas disciplinarias ».

Expulsiones de extranjeros

En otro momento de la conferencia de prensa se planteó el tema de la expulsión del territorio nacional de un periodista holandés y de un fotógrafo chileno.

Respecto al holandés, aseguró que su periódico mantiene un corresponsal permanente en España, con el que no ha existido nunca ningún tipo de fricción, y que el señor Jan Keulen se encontraba en España sin ningún tipo de acreditación, y en calidad de turista, y que publicó en el periódico holandés, del que es colaborador, « un artículo que yo no dudo en calificar de injurioso y calumnioso, en el que imputaba a la Guardia Civil la colocación del explosivo en la cafetería California-47».

El señor Meliá añadió que, puesto que el autor de la información ya no se encontraba en España, las autoridades entendieron que había que expresar simbólicamente su consideración como persona no grata, decretando su expulsión.

Respecto al fotógrafo chileno Tadeusz Gedmin, el señor Meliá dijo que hablaba de «un periodista entre comillas -y no apeo las comillas-, que era totalmente desconocido a nivel profesional, tanto para la Secretaría de Estado para la Información como para la Asociación de Corresponsales Extranjeros, y no estaba inscrito en ninguna de las modalidades posibles relacionadas con el ejercicio de la profesión.

Respecto a la actuación del Ministerio del Interior e ontra el súbdito chileno, el señor Meliá explicó que se consideraron una serie de antecedentes: que en 1971 estuvo encartado por el Tribunal Tutelar de Menores; en 1973 fue procesado por fugarse con una menor y acusado de abusos deshonestos; en 1974, detenido por dar un tirón; en 1975 fue expulsado de España, por indeseable, y en 1979 se le había advertido de su situación irregular.

El señor Gedmin, continuó el secretario de Estado, alquiló un atuendo de médico en una tienda y trató de hacer una foto en la UVI al diputado Gabriel Cisneros. En todo caso, dijo, «no son medidas en torno a un periodista, sino medidas respecto a un súbdito extranjero que se encuentra en nuestro país en situación irregular».

Mil refugiados vietnamitas

En cuanto a la conferencia de Ginebra en favor de los refugiados, que tendrá lugar los próximos días 21 y 22, se informó que el Gobierno ha tomado el acuerdo de acoger a mil refugiados vietnamitas en los próximos meses y contribuirá con 50.000 dólares -unos 3.300.000 pesetas- a la operación internacional en favor de estos refugiados.

El señor Meliá comentó que se trataba de prestar apoyo a unas personas ante la situación de brutalidad de un poder que no atiende a la situación de las conciencias ni de los hombres y ante una situación que ha sido calificada como del holocausto de nuestros días.

Sobre las noticias en torno a enfrentamientos dentro del equipo económico por las posiciones del vicepresidente Fernando Abril, el secretario de Estado para la Información aseguró que «no tienen fundamento. Pienso», dijo, «que en alguna ocasión un periodista ha podido ser manipulado por personas que desean el enfrentamiento. He visto al equipo económico», añadió, «absolutamente conjuntado y no creo que existan disensiones de fondo, aunque es lógico que haya diferentes puntos de vista, sin que ello cristalice ni en enfrentamientos ni en propósitos dimisionarios. Las diferencias, por lo que yo sé, serán mínimas y sin ningún carácter sustancial. Desde mi punto de vista», concluyó, «niego que existan esas disensiones.»

En cuanto al plan económico del Gobierno, el señor Meliá explicó que ya el señor Abril adelantó que serían necesarios diez o doce días sobre el plazo previsto para ajustar las previsiones a la nueva realidad creada por el alza de los crudos petrolíferos y que confía en que antes de que termine el mes el programa estará en las Cortes.

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