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Cuatro años de borradores

«( ... ) Toda la llamada civilización occidental sufre hoy del tipo de leucemia que debió de llevar a la ruina a los antiguos grandes imperios: el progreso asegura el placer; del placer se pasa a la permisividad, y el todo da lo mismo es una forma de ausencia social que mata sin dolor, una rama de la teología social que ha sido contagiada: ha pasado en diversos países del ecumenismo a la intercomunicación; del impulso revolurionario del Evangelio, al marxismo; de la crítica de los hombres que componemos la Iglesia, del Cristo defensor de las prostitutas, a la defensa de variadas formas de la prostitución. Todo lo que es parecido da igual: formulación terrible de algo que hasta ahora se, llamaba miopía.En cuanto se supo que los obispos españoles preparaban un documento sobre la familia, el tema saltó a las columnas de la prensa: ¿qué iban a decir los obispos de las relaciones prematrimoniales, qué sobre la indisolubilidad del matrimonio, sobre la regulación de la natalidad, sobre la primacía del amor? ¿Cuál es, en definitiva, el porvenir de la institución familiar en una perspectiva actualizada de la pareja humana?

Son muchas más las páginas que han escrito los periódicos que las que han escrito los obispos, y ello ha creado mes tras mes una presión que es todo menos científica y todo menos teológica; las agencias han seguido paso a paso los borradores (¿qué valor tiene *un borrador?) y han soliviantado a sectores de la opinión pública en revistas que, si se profesan no católicas, se diría que no tenían por qué interesarse en problemas de los católicos. ¿O es que los problemas de los católicos son problemas que se agitan en el fondo moral de todos los hombres?

( ... ) La doctrina de los obispos está finalmente ahí, descerrajando el amor, que se había reducido a erotismo, y abriéndolo a la vida. Habrá un día en que Europa -y Europa somos- agradezca a la Iglesia la tozudez con que defendió siempre lo mismo.

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10 de julio

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