La Tierra aún es rica para garantizar a largo plazo el crecimiento de la Humanidad
El globo terráqueo, físicamente, es rico aún; y, a largo plazo, no es previsible que carezca de los medios materiales que garantizan el crecimiento de las sociedades que lo integran, aunque este crecimiento será «moderado», por lo que se refiere a los países industrializados. Así lo estima el voluminoso informe (450 páginas) «Interfuturos» que acaba de publicar la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), y en el que se exploran las perspectivas del desarrollo mundial a largo plazo.
El documento que acaba de patrocinar la OCDE ha sido acogido con interés en todos los medios económico-político-financieros del mundo. Dentro de algunos meses será publicado bajo el título: «Frente a los futuros: por un dominio de lo verosímil y una gestión de lo imprevisible». Esta especie de «razón social» del trabajo en cuestión ya dice de su ambición: intentar «oler» el porvenir de las sociedades que integran el mundo, teniendo en cuenta «todos los futuros»; es decir, mezclando razas, grupos de países, elementos económicos, políticos, sociales, nuevas técnicas, nuevas ambiciones de sociedades desarrolladas o en vías de desarrollo; en suma, intentando aproximarse a esa ambición de totalidad que constituye la aspiración suprema del ser humano.El documento ha tardado tres años en realizarse. La iniciativa del mismo se debe a Japón. Han participado en su elaboración diecinueve de los veinticuatro países miembros de la OCDE (España entre ellos) y los expertos de la Comunidad Económica Europea (CEE). En la financiación del proyecto contribuyeron, además, la Fundación Toyota (Japón), la Fundación Ford y la German Narshall Fund, ambas americanas.
De entrada, el informe se interroga a propósito de los límites físicos de la tierra. Sobre este punto se tiene en cuenta que la población del globo, actualmente, es de unos 4.000 millones, que será de unos 6.000 millones en el año 2000, y de 12.000 millones, dentro de un siglo. Según «Interfuturos», todos estos habitantes, de hoy y de mañana, no pasarán hambre; es decir, la tierra aún encierra riquezas suficientes para que así sea. Esto no quiere decir que todo será fácil. Los problemas sociopolíticos podrán alterar el desarrollo «armonioso» de la evolución del mundo y, de manera esencial, la explosión demográfica constituye uno de los problemas esenciales. Este crecimiento de la población será sensible sobre todo en el Tercer Mundo y engendrará necesidades y probablemente focos de desorganización peligrosos. Hasta llegar a finales del siglo próximo, época verosímil de una estabilización demográfica, el mundo será sometido a un período de transición delicado.
Tres crisis posibles
Durante esta etapa de transición, los expertos de la OCDE y de la CEE prevén tres posibilidades de crisis:- Crisis política. Este tipo de «tropezón», en primer lugar puede producirse por guerras, revoluciones, consecuencia de luchas de influencia o de un corte drástico de las fuentes energéticas. En segundo lugar, la crisis política obedecería a lo que «Interfuturos» califica de «crisis de valores»; es decir, la desestabilización de las sociedades desarrolladas actuales,que puede provocar la no satisfacción de las aspiraciones de todo tipo del hombre moderno, cada día más celoso de su realización individual. El documento subraya que las instituciones democráticas actuales ya no satisfacen las necesidades de los cambios que exige el mundo presente. En este sentido, anota que «los Gobiernos ya son demasiado grandes para los pequeños problemas y demasiado pequeños para los grandes problernas».
- Crisis debida a que los países de la OPEP decidan no extraer el petróleo necesario, porque a ellos no les interesa. Sobre este punto, muchos, expertos ya vienen anunciando que una «deblacle» semejante podría producirse hacia 1985.
- Crisis de fuentes de energía y de materias primas. Racionamiento, desarrollo de economías de energía y, paralelamente, de la energía nuclear, acompañada de una política carbonífera, son las recomendaciones . que hace «Interfuturos» para evitar las crisis que, anota, «dependerán de las decisiones que tomen los Gobiernos antes de 1985». Y todo ello, desarrollando al máximo la concertación y la cooperación de los países desarrollados con el Tercer Mundo. Refiriéndose aún al futuro concreto de las sociedades industrializadas, anota el informe que las cuatro grandes aventuras tecnológicas del porvenir serán: telemática, biología, energías de sustitución del petróleo y utilización de los océanos y del espacio.
Interdependencia mayor
Otra parte del documento está dedicada al Tercer Mundo, que a finales de siglo contará con cuatro mil millones y medio de habitantes. Este bloque, según «Interfuturos», se diversificará cada día más: por una parte, los países en vías de desarrollo llegarán, en el año 2000, a los 2.500 dólares de renta per capita, mientras los países pobres (no lejos de 2.000 millones de personas a finales de siglo) apenas mejorarán.En este capítulo, el informe insiste, una vez más, en el interés que tienen los países industrializados en elaborar estrategias de colaboración con el resto del mundo para que el progreso sea comun.
La última parte de «Interfuturos» empieza alertando sobre la «interdependencia», cada día mayor, a nivel mundial y en todo.s los dominios. Y para resumir su previsión del porvenir del mundo a largo plazo, el texto imagina cuatro posibilidades: crecimiento alto; crecimiento moderado; ruptura entre el mundo norte y el mundo sur, y proteccionismo. No sin cierta dosis de optimismo, los expertos de la OCDE y de la CEE se inclinan por creer que el escenario del crecimiento moderado es el que tiene más posibilidades de realizarse.
A la vista de esta verosímil evolución de las sociedades que habitan el planeta, se resalta el carácter «multipolar» del mundo futuro. El peso que, hacia finales de siglo, asigna el informe a los diversos grupos de naciones es el siguiente: EEUU continuará teniendo una importancia primera, pero inferior a la actual. Uno de los centros más importantes del globo será el Oriente Extremo, gracias al empuje de Japón, a la industrialización del sureste asiático y a la nueva política china. La influencia de la CEE también decrecerá.
El Tercer Mundo, dentro de un siglo, podría representar el 18% de la producción mundial industrial.
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