Descensos generalizados
La pasada tanda semanal presentó una orientación uniforme a la baja, a lo largo de las cuatro reuniones que la compusieron, de la que tan sólo se salvaron los valores eléctricos en los primeros compases de la misma; y todo ello como consecuencia de los rumores, confirmados tras el consejo de ministros del viernes, sobre una subida de las tarifas importante. Y una vez más, no deja de ser curioso que se cotice más un rumor que una realidad, pues cuando la confirmación del rumor, lo convertía en algo tangible los inversores perdían el interés por estos valores.En esta semana terminaron las ampliaciones de Telefónica y Finanzauto. La primera observó un comportamiento, a lo largo de todo su transcurso, bastante más favorable de lo que los más optimistas se atrevían a pronosticar; se mantuvo una cotización estabilizada en torno a las 2,50 pesetas, cerrando el último día a tres.
Por sectores, y conforme apuntábamos líneas arriba, el comportamiento de los distintos grupos podría ser calificado de uniformemente negativo. Los bancos actuaban mediatizados por la presencia de una oferta que, si no resultaba excesivamente abundante, si presionaba con insistencia, constituyéndose el Santander en la única excepción entre los grandes. A pesar del descuento en su cambio, que supuso la operación de desdoble que inició el martes, el banco mantenía la mayoría de signos compradores a lo largo de toda la tanda, si bien es cierto que la consistencia de ésta se iba diluyendo progresivamente. Dentro de este sector ha sido también muy comentada la actividad que está desplegando algún grupo en torno a los accionistas de la Banca López Quesada, a los que se oferta la toma de sus títulos al cambio del 200%. Los comentarios acerca de cómo se justifica esta operación eran diversos, especulándose con la posibilidad de que existan grupos interesados en la adquisición de la entidad (siempre a nivel de rumor, apunten al Banco Central y a Rumasa), o que fueran los nuevos accionistas mayoritarios los que pretenden el dominio absoluto del Consejo, opciones que por otra parte podrían guardar alguna relación entre sí.
No obstante, la atención de los cada vez más escasos asistentes la centró, sin duda, la suspensión de pagos de Olarra, y no por sí misma, pues hace ya tiempo que los expertos manifestaban su desconfianza por esta empresa, sino porque sirvió para recordar que su situación no era un caso aislado dentro del sector siderúrgico y que eran numerosas las sociedades en condiciones semejantes. Así, el jueves y viernes se sucedieron los deméritos en estos valores, que llegaban a hacer perder a Tubacex diez puntos, casi un 30%, o a Hornos y Aceros de Llodio, a cotizar por debajo del 10 %. El cierre semanal, como es lógico suponer con estas premisas, no resultaba excesivamente esperanzador.
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