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Malasia ha expulsado a más de 50.000 fugitivos

El Gobierno de Kuala Lumpur anunció ayer que Malasia expulsó la semana pasada a aguas internacionales a 13.000 refugiados vietnamitas, que viajaban en sesenta barcos, elevando a más de 50.000 el número de expulsiones desde el pasado primero de enero. Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores reveló estas cifras al responder a una interpelación parlamentaria y añadió que las expulsiones corresponden a la política gubernamental de aceptar en el país a más refugiados. Malasia tiene ahora hacinados en campos en malas condiciones a 76.000 vietnamitas.Además de las graves consecuencias económicas de la llegada de esta cantidad de refugiados, las autoridades temen que si permanecen en Malasia pueda venirse abajo el difícil equilibrio existente entre la comunidad malaya musulmana -predominante- y las etnias china e hindú, que suponen casi la mitad de la población.

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Los ministros de Asuntos Exteriores de los países del sureste asiático, además de Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda, mantendrán a principios de julio una reunión en la que será abordado el problema de los refugiados.

Los países del sureste asiático han rechazado masivamente los fugitivos de Indochina. Malasia, incluso amenaza con vaciar los campos de refugiados. Esta amenaza no es sólo un chantaje. El primer ministro malayo, Hussein Onn, respondió la pasada semana al secretario general de las Naciones Unidas que «si los refugiados no son aceptados por otros países o por su país de origen, no tendremos otra opción que expulsarlos». Según Onn esta expulsión es «la única alternativa para los vietnamitas, en lugar de pudrirse en los campos de refugiados».

Para el primer ministro malayo, Vietnam es la fuente del problema y, por tanto, «es el primer responsable y debe desempeñar un papel decisivo en la búsqueda de soluciones». En su respuesta a Waldheim, Onn pide al secretario general de la ONU que «utilice sus buenos oficios para que Vietnam adopte las medidas inmediatas y apropiadas con vistas a regularizar de manera efectiva las salidas de los refugiados vietnamitas y recuerde a Hanoi que debe respetar la práctica internacional en vigor, aceptando las gentes que han huido ilegalmente del país y que no son admitidos en ninguna parte».

En la reunión citada de principios de julio no será fácil encontrar una solución común y unánime satisfactoria para todos.

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