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Indignación general tras el atentado en el mundo del arte

Una indignación general expresaron ayer los componentes de lo que fue el grupo artístico El Paso al conocer la noticia de la destrucción parcial de la casa de Antonio Saura, en Cuenca, donde se guardaban documentos originales relativos a la historia del mencionado movimiento de vanguardia. Esos documentos, guardados en un armario de madera, fueron completamente destruidos. El grupo fue fundado en 1957. Lo compusieron, en principio, Canogar, Millares, Feito, Saura, Juana Francés Serrano, Rivera y Suárez, luego se incorporarían Chirino y Viola. Dejó de funcionar como grupo en 1960, aunque entre todos ellos siguió una buena y duradera relación.Elvireta Escobio, viuda de Manuel Millares, que fue uno de los miembros más importantes de este movimiento artístico, mostró su pesar por la pérdida de los documentos que guardaba Antonio Saura, aunque manifestó a EL PAÍS que ella conserva gran cantidad de material relativo a la historia de El Paso, con el cual puede reconstruirse su trayectoria. Con respecto al atentado, la señora Escobio señaló su estupor ante esta nueva señal de salvajismo contra el domicilio de un artista.

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Rafael Canogar, pintor, que se hallaba ayer en Basilea (Suiza), corno integrante de un grupo de tres artistas desplazados allí por la galería Juana Mordó para participar en una feria de arte, hizo hincapié también en la posibilidad de reconstruir la historia de El Paso sobre la base de la documentación preservada por cada uno de sus integrantes. «El atentado», dijo Canogar a EL PAÍS, « es lamentable e intolerable. Esta es una locura con la que debemos acabar de una forma u otra».

Martín Chirino declaró: «Lo que se ha perdido en el incendio de la casa de Antonio Saura es, desgraciadamente, irrepetible. El conservaba las cartas internas entre los miembros de El Paso, porque en aquella época el centro documental del grupo, por así decirlo, estaba en casa de Saura. El tenía una documentación amplia e importante, sobre todo, por estar inédita. Los demás, con la excepción de Canogar y Manuel Millares, que también tenía algún fondo documental, creo que conservamos, unos más que otros, la parte editada por el grupo. Esta parte pública se puede reconstruir. Pero faltarán, ya irremediablemente, esos documentos de tipo privado, únicos, que se han destruido para siempre.

Pablo Serrano, que comenzó con El Paso y luego se desgajó del grupo, declaró desde París, donde expone: «Para mí, cualquier violencia es condenable. Esta es una manera desagradable de volver a ciertos tiempos donde se producían incidentes que hicieron que la gente emigrara de su país. De este modo, no vamos a ninguna parte.»

Juana Francés, que guardó con El Paso igual relación que Serrano, su esposo, afirmó: «Es una barbaridad, un acto vandálico. Se piercle, con los documentos quemados, un poco de la historia cultural de España.»

Manuel Rivera, integrante del grupo desde que se fundó éste, señaló: «Es casi absolutamente imposible restaurar esa historia documental acerca de nuestro movimiento. Afortunadamente, creo que Elvireta Escobio guarda mucho material que nos ayudará en esa tarea. El atentado me parece una salvajada, equiparable a la que destruyó hace años una exposición de grabados de Picaso en Madrid. »

Juana Mordó, directora de la galería que lleva su nombre, fue la penúltima en sufrir un atentado. Ocurrió hace unas semanas. Afortunadamente, la bomba colocada a las puertas de su local de Castelló, en Madrid, explosionó en la calle y no alcanzó el interior de la sala. Ella siguió de cerca las actividades de El Paso: «¿Quién puede haber cometido ese atentado contra Antonio Saura? Me parece monstruoso, de una cobardía increíble. »

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