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Sobraron tarjetas y faltó buen juego

El nuevo enfrentamiento entre el Madrid y el Atlético no pasará a la historia más que por la absurda y desproporcionada cantidad de tarjetas enseñadas por un árbitro desbordado. Desde luego, no por el buen juego, también roto y cohibido por tanta amonestación, y que prácticamente brilló por su ausencia. Otro empate a un gol, el cuarto de cuatro partidos entre los eternos rivales esta temporada, fue unjusto reparto ante los pocos méritos de ambos equipos -ninguno mereció ganar-, más del Madrid en la primera parte y del Atlético en la segunda. Los rojiblancos, pese a su inferioridad númerica tras la expulsión de Bermejo, pudieron incluso ganar a un líder que volvió a. fallar estrepitosamente en su propio terreno. Del equipo que venció al Spórting en El Molinón el día 15 al de anteayer medió un abismo de juego.De cualquier forma, la actuación arbitral no puede ser nunca disculpa del mal juego que presidió esta vez el Madrid-Atlético. El que los dos guardametas apenas tuvieran que intervenir, goles muy bonitos aparte, fue ya sintomático. El Atlético mostró una inoperancia supina en la primera parte, con su contraataque olvidado, y el Madrid fue una auténtica caricatura de equipo en la segunda, cuando un centro de campo con dos hombres, Robi y Guznián, pudo al suyo de tres: Del Bosque, Stielike y Wolf. Lo de éste, concretamente, fue de juzgado de guardia y más por parte de Molowny que suya, pues le organizó un verdadero lío en el campo. Emparejado con Robl tenía libertad de movimientos, pero se retrasó siempre a una zona de nadie -salvo cuando cubrió las subidas de Pirri- y dejó al salmantinojugar a sus anchas. Como Stielike fue muy bien marcado por Guzmán todo el partido, Del Bosque volvió a ser la única clave blanca. Cuando jugó y lanzó a su ataque antes del descanso -superó a Marcial hasta su lesión-, todo funcionó incluso mejor que otros domingos en casa. Pero después fue incapaz de poner orden en tanto fallo de entrega, de apoyo posicional y, sobre todo, fuerza fisica, como imperó en el Madrid.

El partido comenzó con férreos marcajes por todo el campo, aparte ya de los del medio del terreno: Capón-Juanito, Marcelino-Aguilar, Arteche-Santillaria, Isidro-Leivinha, San José-Rubio, Benito-Rubén Cano. Sólo dos tiros altos de Wolf y Leivinha llevaron algo de peligro a ambas porterías. El Madrid dominó desde el principio, pero embarullado -hasta en el gol anulado por fuera de juego- y sin que los dos extremos, Juanito y Aguilar, estuvieran tan sueltos como el día del Spórting. Hasta el minuto diecinueve no engarzó el Madrid una buena jugada. Poco antes del gol, y siempre ya en el maremágnum de tarjetas, Juanito tiró alto un gran pase de San José que se había metido magníficamente por la derecha. El Madrid encontró más huecos que otras veces y en esos momentos el Atlético tuvo demasiados fallos en el pase como para que cundieran sus contraataques. La lesión de Marcial, para colmo, pareció hundirle. Una vez más se echaba en falta a Alberto para poner orden y el panorama parecía muy sombrío para los rojiblancos.

Sin embargo, el sopor madridista de los segundos tiempos en su campo volvió a aparecer nada más iniciarse la segunda parte. ¿Cuántas veces se le ha complicado el equipo de Molowny un partido que ganaba por 1-0 esta temporada en el descanso? En realidad quizá tantas como al Atlético en el Manzanares. Son tal para cual. A los tres minutos, Robi tiró alto un estupendo servicio de Leivinha, que jugó muy bien la segunda parte. La absurda expulsión de Bermejo no impidió el empate a los tres minutos y que Benito casi marcara en propia meta poco después al despejar. Robi se bastó para funcionar por Del Bosque y Wolf -Molowny le cambió muy tarde por Roberto- y el Madrid, hundido física, táctica y técnicamente -se repitieron los fallos en los últimos minutos- fue incapaz de reaccionar, pese a su superioridad numérica. ¿Por qué sí en Gijón? El partido, corno se ve, destacó sólo por los fallos: del árbitro y de los equipos. Sólo Pereira y Del Bosque volvieron a demostrar clase. Bien poco fue.

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