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No habrá campeón periférico

El Spórting había hecho concebir esperanzas, pero a la hora de la verdad no ha podido con su propia responsabilidad. Un año más nos quedare mos sin tener un campeón periférico. El Madrid, que siempre cumple, ha reivindicado el triunfo liguero para el centro. Esta vez la gran cuestión no se ha dilucidado en Castilla, sino en provincias. El domingo, en El Molinón, el Madrid, además de jugar mejor que su oponente, tuvo como director de la contienda a uno de los árbitros más asépticos del momento. Ni un pero que oponer.

La Liga ya está sentenciada. El Madrid fue a recuperar su tono vital justamente a Gijón, que era donde se la jugaba de veras. El Madrid, que siempre ha tenido espíritu de campeón, ha mostrado una vez más su auténtica garra y ya tiene casi todas las posibilidades para ser campeón. El Spórting, un equipo bravo, luchador y animador de la competición mientras los grandes hacían agua, ha sufrido en casa un ataque en toda la regla sobre su línea de flotación. El Madrid ha dado el do de pecho en el momento justo.La Liga ha entrado ya en la fase monótona. De ahora en adelante, salvo catástrofe imprevisible, habrá que inventarse nuevos alicientes. Con el título en el centro habrá que distraerse en la lucha por los puestos para la copa de la UEFA, en los lugares de descenso y ascenso y en toda esa serie de historias que sólo sirven para justificar el que ahora mismo no se eche el cierre al tema.

En Barcelona, por ejemplo, ya tienen de qué hablar con el hecho de que esta semana el Español haya superado al Barça en la clasificación. El Barça, que hasta pierde con los colistas, ya no es un equipo en punta. Es un equipo en consonancia con su máximo rector: un chaflán. Pablo Porta, que es españolista de toda la vida, en esto no cambiará por nada del mundo, podría sentirse feliz con el triunfo de su equipo sobre el millonarío Valencia, de no haber sufrido en su propia casa, o sea, en Casa Rabia, la afrenta de unas pancartas de unos badaloneses que no están muy satisfechos con su gestión como constructor de viviendas. Ir al propio Sarriá a manifestarse contra Porta tiene su guasa. Como la tiene el descenso vertiginoso que sufre el Betis desde que Felipe y Rojas Marcos no se ponen de acuerdo. El equipo del andalucismo, verde y blanco, blanco y verde, está de capa caída cuando sus políticos están en alza. Del mismo color viste el Córdoba y está a un paso de la Tercera División, que en realidad es la cuarta.

En Valencia se habían inventado lo del revulsivo Pasieguito y la droga sólo ha durado una semana. Pasieguito era un revulsivo cuando tenía al lado a Puchades, Monzó, Badenes, Mañó, Fuertes y Seguí. En Valencia el único deportista que merece todos los respetos es un pelotari, Genovés, que en cuatro años se ha convertido en el mejor zaguero de la historía de la pelota valenciana, pese a que todavía se resistan a aceptar tal afirmación los viejos del lugar, que aún recuerdan a Guara, Liria, Juliet y Rovellet. Genovés, un deportista desconocido a nivel nacional, entre otras cosas porque el trinquete valenciano no ha salido de su área, ha alcanzado una cotización tal que para sí quisieran los pelotaris de los frontones vascos. Y la mayoría de los jugadores del Valencia, también.

En Valencia, con la políticá millonaria del señor Ramos Costa, se ha conseguido anular a la cantera, pero al tiempo se nota un notable, resurgir de los deportes populares. La vuelta a pie a la capital del Turia ha reaparecido y las manifestaciones deportivas en las que participa el pueblo comienzan a tener el calor que habían perdido en los últimos años. Si Kempes, Bonhof y compañía continúan echando a la clientela de Mestalla, a lo mejor sale ganando el deporte.

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