Un compás de espera
La tanda semanal anterior se caracterizó por una falta de definición en cuando al comportamiento del mercado en las distintas reuniones, que se traducía en una falta de expectativas que obligaba a las distintas opciones a permanecer contraídas, en espera de que se produjese una fijación de la tendencia que permitiera establecer criterios de actuación para las sucesivas sesiones.La escasa actividad mostrada por los grandes grupos, auténticos motores del mercado, y que son quienes, en definitiva, marcan los cauces a seguir, mantenía desorientados a los habituales, que no se atrevían a apostar por ninguna opción concreta.
Los distintos grupos en los que convencionalmente se viene dividiendo nuestro mercado experimentaron un comportamiento discretamente positivo, mejorando, en general, posiciones gracias a la acción de algún dinero dirigido y a las posturas de cautela adoptadas por la oferta, que, por otra parte, era consciente de que una presión indiscriminada en los corros conllevaría un descenso inmediato en los niveles de cambio y una reducción aún mayor de los volúmenes negociados.
Las órdenes procedentes del extranjero, que como ya hemos apuntado en anteriores comentarios se constituyeron en auténticas animadoras del mercado durante dos semanas, no sólo han dejado prácticamente de llegar, sino que incluso, en algunos casos, han trocado sus signos, y, ante las diferencias generadas, han pasado a vender parte de lo adquirido, con lo que se acentuaba la sensación de debilidad del mercado.
Debilidad que se extendía a lo largo de las cuatro sesiones, a pesar de que sus índices generales expresasen diferencias positivas, pues la presencia de papel ha sido constante sobre el parquet, mientras que el dinero no ha existido, manteniéndose las cotizaciones en base al esfuerzo, en buena parte de los casos, de los mentores de las propias sociedades.
Sectorialmente podríamos destacar la acentuada debilidad mostrada por el grupo eléctrico, donde, a pesar de que el saldo semanal resulte positivo, en sus corros se ha vuelto a la atonía, y con excepciones aisladas en días concretos, el intercambio de cantidades de títulos superiores a las tres cifras resultaba más que problemático.
Los bancos, algo más firmes, aunque es este sector, por sus particulares características, dada la intervención a la que se encuentran sometidos sus valores por las propias entidades emisoras, siempre resulte difícil hacer apreciaciones exactas.
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