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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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Por la unidad de los periodistas

Vicepresidenta de la Asociación de Licenciados en CCIIEscribe el compañero Fernando Castelló, en un artículo recientemente publicado en este mismo diario (2 de marzo), que los licenciados por la facultad de Ciencias de la información (periodismo) van a tener que «optar masivamente» bien por integrarse en la Asociación de la Prensa o bien en la Unión de Periodistas, puesto que ambas entidades les abren hoy sus puertas, y no pueden caer «en el gethho de una asociación extraprofesional de licenciados en paro».

Por parte de la Asociación de la Prensa, Luis María Ansón manifestaba, en la última asamblea de la Federación, su preocupación por el futuro asociativo de los licenciados en CCII.

Ambas declaraciones se producen en un momento en que el proceso de unificación profesional puesto en marcha por la Asociación de la Prensa, la Unión de Periodistas y la Asociación de Licenciados en CCII (periodismo) está a punto de cristalizar en tres puntos básicos -reconocimiento de los derechos adquiridos por los periodistas en ejercicio sin titulación; a partir de este momento, vía única de acceso a la profesión por medio de la titulación universitaria y vía excepcional de la práctica autocontrolada por una comisión profesional, más la facultad de Ciencias de la Información- y se frustra inmediatamente después con la ruptura de las negociaciones por parte de la Unión de Periodistas, debido a las amenazas que contra este organismo se vertieron en la citada asamblea de la Federación de Asociaciones de la Prensa.

Se rompe el proceso de unificación y cada cual pasa de una postura fraternal hacia los licenciados, sentándoles a la mesa de negociaciones en condiciones de igualdad e intentando llegar a fructíferos acuerdos con ellos, a una intención manifiesta de engullirles, sin más, en el crac de la ruptura, en base a que «sin nosotros (U. de P.), que además contamos con el apoyo de las centrales sindicales, no vais más que a la automarginación».

De forma paralela, la Asociación de la Prensa de Madrid, que durante años ha cerrado sus puertas a los licenciados en paro o subempleados, hace apenas un mes que les ha abierto sus puertas, a fin de controlar el futuro asociativo de la profesión periodística. Y como polo de atracción utiliza los argumentos que, se supone, mejor le pueden sentar al licenciado: la vía única de la titulación universitaria como acceso a la condición de periodista y la formación de un colegio profesional de licenciados. Todo ello, como es obvio, a fin de arrastrar a la cada vez más ingente cantidad de licenciados en paro, que pueden ver en las asociaciones de la prensa una cierta garantía de seguridad, al menos, de tipo asistencial. Aunque también es verdad que esta operación no está exenta de una fuerte dosis de ardor corporativo común.

Parece, pues, que ambas entidades pretenden barrer precipitadamente hacia sus respectivos domicilios particulares al bloque de los licenciados en periodismo, sin que éstos, hasta el momento, hayan manifestado públicamente sus ideas acerca del panorama profesional que se plantea. Ideas que equidistan tanto de las posiciones de la Asociación de la Prensa como de las que mantiene la Unión de Periodistas, por lo que una integración sin más en uno u otro organismo puede volverse en su contra. De aquí que en los momentos en que la ruptura es un hecho sea más necesario que nunca volver a llamar al restablecimiento de las conversaciones y, entre tanto, seguir manteniendo su personalidad asociativa.

Porque la situación en estos momentos ha llegado a un punto en que lo que se valora no es el eterno dilema sobre la vía más adecuada de acceso a la profesión periodística -vía de la práctica y/o vía de la titulación universitaria-, sino que la especial coyuntura política que atravesamos aboca a que los distintos sectores ideológicos que participan en la U. de P. o en las A. de P. deseen tomar estos organismos como plataforma desde la cual hacer las propuestas pertinentes de cara, a una nueva ley de Ptensa, un nuevo estatuto de la profesión periodística, el control del carnet profesional o el registro oficial, por ejemplo. Y sin que esto se diga, por supuesto, de forma peyorativa, está claro que el reto se plantea en los términos de quién va a controlar ideológicamente el futuro asociativo de los periodistas.

En este punto es necesario reflexionar acerca del triunfo de UCD en las elecciones legislativas. El riesgo ya no es tanto que las nuevas leyes que afectan a la información vayan a ser elaboradas y propuestas por una asociación profesional más o menos escorada a la izquierda o a la derecha. El verdadero peligro estriba, en estos momentos, en que el próximo Parlamento adopte -ahora ya sin necesitar para nada el consenso- las leyes que la mayoría decida sin contar con el criterio profesional libremente expresado.

Para llevar adelante esta operación, nada más favorecedor que una profesión «descuartizada» -son términos empleados por Luis María Ansón- y mutilada, por tanto, para dar solución y alternativas a los problemas profesionales planteados, por supuesto, en colaboración estrecha con las centrales sindicales.

Desmovilización y apatía

Por lo que respecta a la Asociación de Licenciados, es evidente que esta dispersión organizativa provoca una desmovilización y apatía palpables en un sector cada vez más golpeado y al que, por tanto, podría pedírsele un mayor grado de respuesta. Equilibrios en la cuerda floja a un lado, este mismo fenómeno debería ser reconocido por las demás asociaciones, ya que este fue precisamente uno de los puntos de partida para iniciar el proceso de unificación.

Sin embargo, este no es el momento apropiado para que los licenciados, como bloque, opten por integrarse en la Asociación de la Prensa o en la Unión de Periodistas. Tampoco es el momento de propiciar la formación de un colegio profesional.

En la Asociación de la Prensa es difícil imaginar que se logre un estatuto del colaborador, la exigencia de unas plantillas mínimas en los medios de comunicación, unas nuevas salidas profesionales o una defensa eficaz de la libertad de expresión si no se cuenta para ello con el respaldo de las centrales sindicales y el sector demócrata de la profesión.

Con la Unión de Periodistas es difícil que los licenciados congenien, ya que sus miembros directivos suelen despachar el tema -así se entiende en el artículo de Fernando Castelló- con un «lo tomas o lo dejas», sin tener en cuenta que, hoy por hoy, cualquier movimiento profesional tiene la obligación de aportar soluciones reales al paro y al subempleo en su vertiente profesional de un sector cada vez más amplio. El hecho, además, de que este organismo fundarriente su existencia en el reconocirniento de la doble vía de acceso a la profesión periodística (práctica y/o titulación) no es admitido ampliamente por los licenciados. La razón es que, además de que la tendencia europea es a que la titulación universitaria sea la vía de acceso a la profesión, en la actual situación de crisis económica y paro profesional en el sector, plantear que la vía de la práctica puede ser una forma de llegar a ser periodista es tanto como dejar en manos de las empresas la determinación de este hecho. Está claro que, hoy por hoy, las empresas dejan trabajar a quien les parece, bien sea por criterios ideológicos, políticos o personales. Y la experiencia es aquí la mejor prueba. Por ello, es lógico que el licenciado. prefiera el filtro que puede representar la facultad de Ciencias de la Información -democráticamente gestionada y transformada en sus criterios pedagógicos y de calidad de la enseñanza- al filtro que de hecho suponen las empresas periodísticas. Hay que tender, además, acorde con la responsabilidad social del periodista, a que esta profesión se dignifique a todos los efectos. Todo ello respetando y valorando al máximo los derechos adquiridos por los profesionales que han obviado su asistencia a la facultad o a la escuela oficial en su día argumentando las deficiencias de ambas, o que, sencillamente, no han tenido la oportunidad de titularse.

Y, por último, la posibilidad de gestionar hoy la formación de un colegio profesional para licenciados en CCII (rama de periodismo) estaría en contradicción con la necesaria unidad profesional, ya que este organismo sólo podría formarse con titulados. Para no hablar de que un colegio profesional a tres bandas -imagen, publicidad y periodismo-, además de plantear una problemática escasamente común, sería incluso nocivo para una mínima ética profesional. En resumen, y como punto de partida, puntualizar que si bien la desunión profesional dejar desarmados a gran parte de los periodistas, en lo que se refiere a los licenciados, será necesario no quedarse inmóviles y procurar acuerdos concretos sobre temas concretos tanto en estas asociaciones como con las centrales sindicales democráticas. Aunque esto, en cualquier caso, no deja de ser un parche ante el objetivo unitario de todos los profesionales de la información, cuyas bases habría que restablecer de nuevo.

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