En torno a las elecciones

Triste espectáculo el de las votaciones, al menos el que puede contemplarse desde una mesa de barrio obrero con 663 censados, todos de los de «con el sudor de tu frente te ganarás el pan», votando tristemente la perseverancia de un Gobierno que alimenta y patrocina su ignorancia, para poder así, hacer uso de ella. Es ahí, a mi modesto parecer, donde reside el mayor procentaje del fracaso de los unos y el triunfo del poder establecido.Pero éste no es el motivo que me ha inducido a escribirles, sino denunciar (si es que creen que ello merece la pena, si no, al menos, me habrá servido de desahogó) el uso y abuso para sus fines exclusivamente de quienes han ganado, que son los que ostentaban antes y ostentarán ahora el Gobierno de la nación.

Por el denodado trabajo llevado a cabo durante dlecinueve horas seguidas, los miembros de las mesas electorales percibimos la suma de 1.100 pesetas. Asumo mi deber como ciudadana y no me pongo a valorar si es o no apropiado nijusto percibir cantidad alguna.

Pero lo que no puedo admitir como justo es que desde la Administración no se haya tenido en cuenta la ardua tarea que suponía el recuento de votos para el Senado, máxime, después de llevar «al pie del cañón» quince horas y en condiciones inaceptables (en el gimnasio de un colegio, un local abierto a la calle directamente, sin puertas que lo aislen y sin ninguna calefacción, ¡vamos, que no se parecía en nada a los que nos han mostrado en TVE!).

Y digo esto porque, sin embargo, sí se han preocupado de darles las máximas facilidades al partido del Gobierno (UCD), entregándoles, un impreso para el control de esos votos, que facilitaba enormemente la labor.

Lo más triste de todo es el momento y el lugar, ante la evidencia que tienes en las manos, de su... llamémosle triunfo, y sintiéndote irripotente, al menos por otros cuatro años, de que comience a haber más justicia para todos y no sólo para unos cuantos.