Según el rumor, Canorea arroja la toalla
Diodoro Canorea, empresario de la plaza de Las Ventas, tiene que poner hoy sobre la mesa de la Diputación Provincial de Madrid, en concepto de fianza, arriba de los 33 millones de pesetas. Días más tarde, aval bancario por los 161 millones y pico con que ganó la subasta, cerca de 81 millones en efectivo, casi un millón por el seguro contra siniestros del coso, lo que importe la puesta en marcha de la organización, primeras adquisiciones de reses, derechos reales...
Todo esto era sabido por el propio Canorea, en -primer lugar, y no hay por qué descartar la posibilidad de que se haya obrado el prodigio y tenga detrás la Taurina Hispalense, SA -ya constituida en Sevilla, en la notaría de Luis Bollaín-, para que le respalde económicamente.Pero ayer el rumor era muy fuerte entre taurinos de alto nivel: lo recaudado no le alcanza, entre lo recaudado parte está condicionada por unas garantías muy firmes, y finalmente arrojaría la toalla: Diodoro renunciará a ser empresario de Las Ventas. Ante estos pareceres, intentamos ponernos en contacto con Canorea, sin conseguirlo: en Sevilla nos decían que estaba en Madrid, y en Madrid -adonde pudo llegar en el transcurso de la tarde- nadie tenía ni la menor noticia de él. Su hermano Herminio tampoco podía darnos ningún dato concreto acerca de lo que hará hoy Diodoro. Ganaderos, empresarios, apoderados, varios informadores consultados por Miguel Gallardo, corresponsal de EL PAIS en Sevilla, «habían oído decir» que Canorea lo tenía todo resuelto, o «habían oído decir» que sus gestiones para recoger fondos estaban fracasando.
Por nuestra parte, pudimos hablar telefónicamente con algunos de los que se decía eran socios sevillanos de Canorea y todos negaron su participación, salvo un matador de toros y un hombre de negocios, quienes nos dijeron que bastante antes de celebrarse la subasta, Canorea, efectivamente, les había propuesto integrarse en Taurina Hispalense y que habían aceptado en principio; pero a la vista de la enorme cantidad con que había pujado y de que no se clarificaba la rentabilidad del negocio, optaron por desistir.
Por su parte, Leopoldo Matos, vicepresidente de la Diputación que no acepta de momento hablar de la posibilidad de que el adjudicatario renuncie a la plaza, pues encuentra razonable que no entregue la fianza ni diga nada sobre ella hasta agotar el plazo, sale al paso de rumores e insiste en que la ley es clara: si ese supuesto se produjera, se convocaría nueva subasta.
Pero otra subasta supondría tener pendiente el asunto hasta junio -es decir, pasada la feria de San Isidro, que es el más grande y más dulce bombón del negocio-, con lo que quizá no habría nueva empresa hasta la temporada 1980 y a la actual se le concedería prórroga durante este tiempo. Y si fuera así, a lo mejor pactaba con la corporación y retiraba el pleito que le tiene planteado.
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