La suerte de siete mil millones, en manos de los árbitros
El imperio arbitral forma parte de la esencia del fútbol. En este deporte está en juego no sólo un titulo, sino también millones de pesetas. Los presupuestos de los clubs de categoría nacional se acercan a los 7.000 millones de pesetas. Las suspicacias surgen en cualquier momento. La labor arbitral trasciende del aspecto meramente deportivo en innumerables ocasiones. Además de honestos y honrados, deben parecerlo. Son humanos como cualquier ser viviente, pese a tantos condicionamientos como les rodean. Tienen sus fallos, sus errores. No son unos mártires, aunque se les convierte en tales. Es difícil explicar que árbitros como Navarrete, Fandos y Urízar, por ejemplo, realmente millonarios, se expongan cada domingo a peligros que llegan hasta la agresión física. El primero de ellos confesó que «los árbitros pasarían mucha hambre si tuviesen que vivir con lo que ganan en el arbitraje». Juan José Paradinas intenta en dos reportajes descubrir la otra cara de los árbitros, concretándola en los colegiados de Primera.
Doscientas mil pesetas fue la cantidad más elevada que un árbitro percibió la pasada temporada. Se trató de Guruceta, que dirigió. veinte partidos. Compañeros suyos de la misma categoría de Primera División -lógicamente, los mejor pagados- se tuvieron que conformar con la mitad, con 100.000 pesetas, como Forés, López Cuadrado, Balsa Ron, Medina Iglesias y Navarrete. Diez mil pesetas es el sueldo de cada partido. Es lo único que conoce de antemano todo aquel colegiado que arbitre. No los peligros a que se expone.A pesar de todo, con una recompensa monetaria prácticamente de caridad, los árbitros subsisten por la única razón que lo pueden hacer: por vocación. El arbitraje no es una profesión. «Nos han parido así», llegó a justificarse el árbitro valenciano de Primera División Fandos.
Gusanillo del fútbol
La mayoría se ha dedicado al arbitraje por matar el gusanillo del fútbol, deporte que practicaron en buen número, pero en el que no -lograron destacar. Balsa Ron Regó a jugar en Segunda División, en el Langreo. De Tercera no pasaron Fandos, en el Albacete; Guruceta, en el Michelín; Jaramillo, en el Imperio de Ceuta, y Tomeo, en el Badalona. De ellos, solamente Tomeo llegó a ser profesional. El resto de los árbitros no pasó de categoría regional, con ficha de federados, o no practicó el fútbol de forma oficial.
Sólo seis de los 32 colegiados de Primera División gozan de una situación económica que les permite no estar pendientes de un sueldo mensual de un banco, una fábrica, una empresa o unas representaciones. Esos seis colegiados son Fandos, García Carrión, Jiménez Sánchez, Lamo Castillo, Navarrete y Urízar. Estos hombres, económicamente, se pueden considerar totalmente independientes.
Amalgama de profesiones
Una curiosa amalgama de profesiones se reparten el resto de los árbitros, que van desde un militar hasta peritos en gas, pasando por jefes de sastrería, empleados de banca, representantes, mecánicos, adjuntos de dirección, directores de empresa, contables, delineantes, etcétera.
Lo cierto es que la mayoría de los árbitros -con el arbitraje o sin él- han cambiado de profesión, y, por supuesto, para mejorar. García Carrión fue empleado de ferretería antes de ser propietario de una de ellas. Igual se puede decir de Jiménez Sánchez, primero viajante, después representante y, por último, propietario de una tienda de material deportivo en Murcia. Sánchez Arminio fue encargado de una zapatería antes de ser representante de Craf. Medina Iglesias de contable de una ferretería pasó a dirigir una sucursal del Banco de Asturias en Oviedo. Franco Martínez antes de ser apoderado del Banco Mercantil en Murcia fue agente de ventas de una empresa. Miguel Pérez trabajaba en unos laboratorios hasta que fue nombrado jefe de Almacén de Trinaranjus en Barcelona. Orellana, de jefe de ventas de una empresa textil, es ahora apoderado de una importante tienda de electrodomésticos en Vigo. Balsa Ron, mecánico en FASA-Renault en Valladolid, estuvo a punto de convertirse en relaciones públicas del Banco de Granada. Navarrete posee ahora una importante empresa de montajes eléctricos, pero comenzó como funcionario de contratación de Hidroeléctrica del Chorro, hoy absorbida por Hidroeléctrica Sevillana. Lamo Castillo es propietario de Santana Ejecutivos, en Caracas, y consejero delegado de Lance Insular, SA, un grupo de empresas de importación y exportación, y anteriormente fue director general de una empresa de instalaciones eléctricas. Burgos Núñez ha dejado hace poco la representación de los laboratorios Labur, en Bilbao, bajo las órdenes del ex árbitro Ortiz de Mendivil, que también intentó conseguir, sin éxito, los servicios de Guruceta, por los de aditivos norteamericanos Wins. El propio Guruceta acaba de abrir en San Sebastián una tienda de muebles de estilo, junto con su hermano y su cuñado. Acebal Pezón, funcionario del Ayuntamiento de Gijón, posee un quiosco en la ciudad gijonesa, del que obtiene sus mayores ingresos.
Otros colegiados han ido ascendiendo de categoría, como De Sosa Martín, Soriano, Borrás del Barrio, Ausocúa, Pes Pérez, Olavarría -que comenzó de botones en el Banco Hispano Americano de Santander-, Tomeo, Crespo Aurré, Sánchez Arminio, Miguel Pérez y Saiz Elizondo.
Otros colegiados, además del arbitral, cuentan con otros pluriempleos: Borrás del Barrio tiene una representación de hostelería; Pes Pérez, de aparatos de radio; López Cuadrado lleva la contabilidad de una empresa de unos amigos; Burgos Núñez tiene dos representaciones; Condón Uriz, el benjamín de la categoría, además de inspector de seguros, estudia primero de Derecho en Pamplona.
La mayoría de los colegiados no han pasado de los estudios primarios o del antiguo bachillerato elemental y superior. Tres árbitros estudiaron maestría industrial; otro es delineanté; otro, perito mercantil. Solamente tres colegiados estudian o estudiaron carreras universitarias. Condón Uriz, según queda dicho, estudia primero de Derecho. De Sosa Martín comenzó Económicas, que no acabó; después estudió Minas, con el mismo resultado, y, por último, se inclinó por el peritaje mercantil. A Lamo Castillo solamente le quedan un par de asignaturas de Químicas, para después estudiar marketing en Londres.
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