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Vuelve el bipartidismo a la Liga

La Liga comienza a asomar su oreja hacia el bipartidismo, que es lo tradicional en este país. Con el fallo del Spórting en Vallecas y el nuevo petardo del Madrid nos encontramos con la posibilidad de que al final nos quedemos en el mano a mano Real-Atlético. Lo que más ha entusiasmado al personal ha sido siempre el mano a mano, la división en dos mitades; Barcelona-Español, Sevilla-Betis, Madrid-Atlético, Joselito-Belmonte, Manolete-Arruza. La Liga se ha animado.

Si el Atlético de Madrid, en lugar de Cagancho o El Gallo, fuera simplemente un cumplidor, un honesto lidiador, a estas alturas estaría haciéndole algo más que sombra a su eterno rival. Habíamos puesto semanas atrás toda la esperanza en el Spórting-alternativa, y ahora nos encontramos con que los tiros pueden ir por otro lugar. El Atlético ha recuperado impacto en tan sólo un par de semanas regulares, y el Madrid ha perdido el gas, precisamente en casa.El Madrid, que ha sido durante años la segunda religión oficial del país, tiene a sus creyentes algo desilusionados. Luis de Carlos tendrá que reinventar las viejas pastorales de Bernabéu para que el graderío recupere la fe. Antes, con eso de las santiaguinas, equipo y seguidores se ponían en forma para ganar todos los palacios de invierno que encontraran a su paso. El Madrid está perdiendo carisma. Y caso de que se produjera esa reacción definitiva del Atlético, la diversión iba a estar asegurada. Lo malo es que a los colchoneros les entra la gripe, o así, con cualquier vientecillo serrano. Es lo que necesita Vicente Calderón parajustificar aquello de «el pupas».

Cuando la Liga se pone a tiro de dos grandes todo cambia. Al Spórting, un suponer, le tocan en suerte dos árbitros de esos que dan en el saco de «los fallos humanos», le descalabran y, por mucho que proteste, no sucede nada. Entre el Madrid y el Atlético esas cosas ya son más difíciles, aunque tampoco imposibles. Pero, al menos los gritos de Vicente Calderón llegan a El Musel, mientras que los de Vega Arango no pasan de Avilés.

Lo que podemos ganar en Madrid con la posible pugna de los dos grandes la hemos perdido definitivamente en Barcelona, porque el Español ni siquiera está en condiciones de pelearse con los de La Masía. Los españolistas pierden terreno en Catalunya. Sobre todo después de haberles echado al charco en Zaragoza.

En Sevilla le ruedan mal las cosas al propietario del Sánchez Pizjuán, porque no acaba de convencer. Los elegantes de Sevilla se ven venir el ascenso del Betis, que es tanto como repartir la clientela de los indecisos. El Betis no manda en Sevilla, pero va por el camino del ascenso.

El bipartidísmo tiene en estos momentos una curiosa variante; mientras unos medios de informa ción son partidarios de la Asociación de Futbolistas, otros están a lado del poder establecido, don Pablo Porta. A Porta, para que la cosas estén bien centradas, algunos le siguen llamando don Pablo. Hay gente a quien no se le apea del tra

tamiento por mucho que cambien las cosas. A mí me parece que a Porta habría que llamarle «massa», por aquello de que tiene vendidos a los Kurita Kinte del fútbol.

Los clubs de fútbol pagan bien -los que pagan, claro- a algunos jugadores, pero quieren comprarles en cuerpo y alma, y de por vida. El derecho de retención, que es más bien derecho de pernada, anda en laudos de arriba abajo con el sí, pero no, y el ya veremos, como si todavía pudiera discutirse. Habrá que inventar una sociedad de abolicionistas para ver si entre unos pocos podemos meter en la cabeza de algunos la necesidad de que se modifique el mal llamado derecho de retención, a fin de que no haya vencedores ni vencidos. Para que tal se produzca es necesario impartirjusticia.

Desde la Federación Española de Clubs de Fútbol de Primera División -y no todos- será bien complicado establecer un diálogo responsable. Los clubs son unos ansiosos y lo quieren todo para ellos.

La defensa que los clubs hacen del tema se basa siempre en las canteras que es eso que los grandes esquilman por cuatro perras gordas. A los clubs modestos les seguirán quitando siempre a sus figuras sea cual fuere la fórmula a adoptar. Por mucho que se empeñen algunos el contrato laboral de por vida es inadmisible.

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