El sha, en órbita
Lo ve todo desde allá arriba. Sus palacios de Persia. sus fincas en California, su mansión en las afueras de Londres, su residencia en Acapulco, su fortaleza ajardinada en Mallorca; ve los waters de oro, los bidets de oro macizo y la combinación de la caja fuerte de Suiza que centellea la clave de la salvación. Tiene un refugio dorado en cada país. Pero Midas ha tocado .finalmente su pasaporte y lo ha convertido en una patata caliente. El sha ya sólo puede ir hacia la estratosfera. Que no sea por dinero. Le queda el remedio de fletar una nave espacial con grifería también de oro macizo y establecer su residencia en órbita.Hay que imaginario. Antes de entrar en la cápsula el sha se ha acicalado con todos los ornamentos contra la ingravidez. Ha sustituido el fosforescente orinal que el astronauta se pone en la cabeza y los tubos de la entrepierna por el ritual de un falso descendiente de Ciro, versión bisutería. Su traje espacial lleva una corona de rubíes como judías pintas, un collar de esmeraldas con culos de cocacola, un armiño de sangre cuajada, las pantuflas, de pedrería terminadas en punta curvada como un alfanje berebere y así, a modo de gallo cubierto de vidrios, el emperador se mete en la cápsula, sus gorilas lo encepillan en el trono, calientan los motores y el sarcófago de oro asciende solemnemente al espacio hasta alcanzar el laberinto.
Antiguamente, los sacerdotes convertían a los reyes en dioses para tenerlos bajo su jurisdicción y los reyes construían templos a los dioses y aposentaban en ellos a los sacerdotes para acrecentar su propia gloria en las escalinatas donde se degollaban los corderos del sacrificio. Esta relación bilateral en distintas modalidades laicas o sagradas perdura hasta hoy. Pero en Irán se acaba de romper un negocio de esta clase. Jomeini manda fusilar a generales en la terraza, mientras él toma té con menta en una salita del piso de abajo y mira por la ventana las bandadas de pájaros quehuyen de las descargas. Y después exige la extradición de sha, presionando con una manguera de petróleo-, se levanta la chilaba cara a occidente y amenaza con cerrar el grifo negro de la uretra al Gobierno que di posada al tirano. Los dioses y sus profetas estánatrapados por la geopolítica, ya no tiener imaginación ni ira creativa. Pero los viejos mitos vuelven a funcionar.
El sha tiene mil palacios en el suelo y un único destino hacia la estratosfera. De pronto, se monta en una cápsula espacial ataviado con lasjoyas del día de la coronación y como una serpiente emplumada comienza a dar vueltas allá arriba. Y, así, envejece mientras contempla a cada pasada desde lo alto los soñados waters de oro de sus residencias herméticas en la tierra. Y llega un momento en que los fedayines toman Teherán y el sha muere dentro de la armadura del espacio y la capsula se convierte en, un féretro de oro macizo, en un satélite terrestre con el cadáver de un tirano incorrupto y enjoyado que seguirá orbitando siempre el planeta para ejemplo.de los mortales.
Dentro de cien años los maestros llevarán a sus discípulos al descampado a la hora de las primeras estrellas, y con el índice señalarán la trayectoria de un punto luminoso en el cielo para explicarles el mito. Oídme bien, aquella luz es la de un sarcófago de oro iluminado por el sol que los dioses han condenado a no poderse posar jamás. Su inquilino es una mojama cubierta de perlas. ¿Y ese fiambre es inmortal, maestro? No, muchacho, no es inmortal. Para alcanzar la inmortalidad hay que perder la memoria y la esperanza. Nunca te fíes, hijo, del cadáver incorrupto de un tirano.
Durante generaciones una señal de oro cruzará el cielo al atardecer. Una carroña llena de espejitos dentro de un féretro luminoso planeará sobre la geopolítica, para ejemplo de los mortales. Y al cruzar el meridiano de Greenwich el Jomeini pondrá el reloj en hora.
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