El Rayo, sin brillantez, se aprovechó de los fallos burgaleses
Mal partido en El Plantío, impracticable, pero que se convirtió en aliado de un Rayo más preocupado de destruir que crear. Los desordenados ataques del Burgos, que no tuvo su tarde, le favorecieron. Sin embargo, mejor no se le pudieron presentar las cosas al Burgos, pues en el minuto 4 se encontró con un regalo de Rocamora. Parecía ser el inicio de una victoria clara ante un Rayo que no acertaba a sacudirse el dominio local. Pero sólo tuvo dos ocasiones claras de gol, antes del descanso, y fue, en cambio, el Rayo el que empató.En la segunda mitad, el Burgos salió con rabia y puso cerco al portal, bien guardado por Hierro. Pachín, por partida doble, volvió a fallar, y con él, Adorno y Carreño. Fueron los últimos cartuchos. A media hora del final, el equipo burgalés empezó a romperse en todas sus líneas, sumando continuos desaciertos, que encontraron la repulsa del público. El Rayo se creció en serenidad y orden, retrasó algo más a sus hombres y dejó en punta a Clares y Alvarito para intentar el contragolpe, que no fructificaría por falta de colaboración.
Arsenio buscó el revulsivo en los cambios, pero no acertó porque el equipo necesitaba un hombre resolutivo y no más centrocampistas. Tanto Chazarreta como Portugal complicaron aún más el mal juego de su equipo, haciendo inútiles todos sus intentos por romper la igualada, la sexta que se produce esta temporada en El Plantío y que pone de nuevo al Burgos en la zona de negativos. El Rayo, sin ninguna brillantez, pero con una entrega y fuerza envidiables, se llevó un punto merecidamente, pues supo adaptarse mejor al barro y acertar en el sistema de contención, con unos severos marcajes a los jugadores burgaleses más caracterizados, como es el caso de López y Adorno.
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