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Expectación en Alemania ante una serie de televisión sobre el exterminio de los judíos

Los fatídicos idus de marzo se han anticipado para los alemanes. El recuerdo del pasado como medida terapéutica a nivel de pueblo se llamará esta semana Holocausto. Por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania la tercera cadena de la televisión uniformará su horario y ofrecerá a todo el país esta discutida serie norteamericana en cuatro capítulos. Se trata de mover al pueblo alemán a una reflexión conjunta sobre el pasado: un recuerdo de los muertos para advertencia de los vivos. Escribe, desde Bonn,

El pasado jueves a primera hora de la noche una bomba destruía un repetidor de televisión. Según el fiscal general del Estado, Von. Rebmann, el atentado fue cometido por la extrema derecha para boicotear la emisión de un espacio titulado La solución final.

Comenzaba así la operación Holocausto, que se desarrollará a lo largo de esta semana a través de las pantallas de Alemania Federal.

Los australianos hicieron coincidir la última visita del presidente alemán, Walter Schell, a su país a finales del pasado año con la emisión de este serial sobre los horrores de los campos de exterminio del régimen nazi. En Estados Unidos, país productor de la serie, se llevó a cabo una campaña en las escuelas públicas con matices, que para los alemanes revistieron caracteres antigermánicos.

Los alemanes, después de un largo período de reflexión a nivel de Gobierno y de centros emisores de televisión decidieron someterse a la prueba de un enfrentamiento con las crudas imágenes de Holocausto. Previamente también en las escuelas alemanas se ha ofrecido a discusión el tema de los campos de exterminio y del régimen nazi en su conjunto. Se trata de un psicoanálisis a nivel nacional. El Instituto de Investigación de Medios de Comunicación de Colonia ha hecho circular en las salas de proyecciones de los centros de enseñanza secundarla una película de éxito durante el tercer Reich: Jud Süss, la historia del judío Süss Openheimer, consejero de Finanzas del ducado de Guttenwerg a mediados del siglo XVIII, desde una perspectiva nazi. La discutible iniciativa fue calificada como perniciosa. A nivel general para todo el país la transmisión del reportaje La solución final, elaborado con testimonios de antiguos prisioneros de campos de concentración y retazos de la serie Holocaustos fue el jueves el primer movimiento de esta operación Holocausto, que mantendrá ante el televisor durante siete horas repartidas en cuatro días a por lo menos veinte millones de alemanes.

Las primeras posiciones de los medios de prensa ante esta prueba de conciencia son de por sí significativas. Se trata de «un espectáculo obligado para quienes nacieron después de todo aquello»; «un punto de partida para iniciar sucesivas aportaciones alemanas al sereno de aquella época» o «la difusión de una gran mentira», como quiere el periódico neonazi Nalional Zeidung.

Para los ultras de esta tendencia es malévolo hacer coincidir la transmisión de Holocausto con el 45 aniversario del nacimiento del tercer Reich establecido el 30 de enero de 1934. « Este enero de 1979 -vaticinan los neonazis- no podrán olvidarlo fácilmente los alemanes.» La pasada semana ya se ofreció a los televidentes un nuevo documental -Paul Karalus-, que se considera el esquema sobre el que Gerald Green escribió después su relato Holocausto. Ayer mismo se transmitió otro documental sobre la reacción de los telespectadores norteamericanos ante la serie. En 33 países este «melodrama sobre un genocidio», según el semanario liberal Die Zeit, ha movilizado sensibilidades y en parte suscitado prejuicios.

Según el historiador Eugen Kogon, la gran aportación de esta serie es la de plantear a las conciencias alemanas dos situaciones: una, de cara a la opinión exterior, en forma de reparación de un capítulo negro de la historia universal, y otra, puramente alemana, como un medio de asimilar un pasado inmediato aún no dominado.

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