Un púgil aficionado danés, nueva víctima del boxeo

El boxeo se ha cobrado una nueva víctima. Se trata en esta ocasión de Jacob Sejersen, de veintiocho años, danés, jugador de fútbol de la Primera División de su país y boxeador aficionado. El pasado jueves disputó un combate del que resultó vencedor, pero que le dejó mortalmente herido. A las pocas horas sintió unos calambres en las piernas, que se extendieron después a todo el cuerpo. Poco más tarde caía en estado de coma, del que ya no se ha recuperado.No es la primera vez que un púgil que resulta vencedor en una pelea y que se marcha a casa por su propio pie fallece poco después. Los golpes pueden provocar una lenta hemorragia cerebral, cuyo efecto en ocasiones no se deja notar hasta más tarde.

Entretanto, prosigue en coma el púgil alemán Juergen Crause. El pasado día 24 de diciembre se enfrentó a Christian Heymann en la localidad alemana de Essen. Crause fue noqueado y desde entonces no ha recobrado el conocimiento.

Deporte brutal y peligroso, el boxeo se sigue practicando y sigue produciendo sus víctimas. Víctimas que no caen por accidente, sino porque en la sustancia misma del boxeo está el daño al contrario, y porque su práctica conlleva un duro castigo para la salud mental del deportista. Cada conmoción supone la muerte de un número de neuronas y un riesgo de hemorragia cerebral. Ni los muertos ni los «sonados» se producen en el boxeo por accidente, sino que constituyen un tributo inevitable a pagar por los practicantes de este deporte.