Momentos de reflexión
Capitán de IngenierosEl editorial que EL PAÍS dedicaba a la sanción real de la Constitución terminaba afirmando: «Ahora todos, comenzando por el Gobierno y la clase política, debemos ponernos a trabajar en los muchos y graves problemas concretos que el país tiene planteados.» Yo comparto este criterio, que no debe ser desvirtuado por la convocatoria de elecciones generales.
Estos primeros días del año, antes de entrar de nuevo en la vorágine del apretado calendario político, deben ser utilizados para analizar los hechos acaecidos en nuestro inmediato pasado y plantear nuevos proyectos para el futuro. En el tema de las Fuerzas Armadas se da la circunstancia, además, de coincidir con la Pascua militar, ocasión tradicional en que las máximas autoridades suelen hacer balance de lo logrado y manifiestan sus propósitos ante el nuevo año.
Pero a esa reflexión se deben unir el resto de los españoles, civiles y militares, ya que no podemos olvidar que la defensa nacional es deber de todos y que con independencia de la ideología imperante, todos los países reconocen en la organización de su Estado, la necesidad de los Ejércitos, base imprescindible para asegurar la supervivencia de la propia identidad nacional y de los principios básicos asumidos por la sociedad.
Pronto entraremos en la campaña previa a las elecciones generales, en la que los partidos políticos que según la Constitución «concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular», deberán presentar al pueblo español una oferta política clara en relación con los grandes temas que preocupan a la opinión pública. Es un momento de gran responsabilidad, pues no jugamos en las próximas elecciones no sólo quienes nos van a gobernar durante cuatro años, sino posiblemente, según el equilibrio de fuerzas que se produzca en el Congreso de Diputados, el modelo de sociedad y el diseño de las instituciones fundamentales para un período de tiempo más largo.
Transformación de las FAS
Concretamente habrá que redactar una ley orgánica que regulará las bases de la organización militar. Una institución tan estable como la militar puede sufrir serias transformaciones en su filosofía, en momentos históricos claves como el que estamos viviendo, en que los cambios ideológicos y estructurales del Estado, conllevan la obligada transformación de sus FAS, para adecuarlas a la realidad social de nuestra nación. Pero estos procesos son irrepetibles a corto y medio plazo y sus consecuencias no son verificables hasta pasadas algunas décadas; por tanto, hay que tener en cuenta que las grandes definiciones de política militar de las próximas Cortes determinarán la realidad de nuestras FAS en el próximo siglo.
Se me podrá argüir que esto no va a ocurrir únicamente en el terreno militar y yo estoy de acuerdo con la observación, las autonomías, la enseñanza, la acción sindical en la empresa, el tipo de economía y la organización de la justicia, son varias de las cuestiones que preocupan al ciudadano y que serán definidas en estos próximos años. Pero el tema militar tiene características peculiares que obligan a prestarle un especial interés durante estos próximos meses. Nuestra historia reciente y también la más lejana, no ha favorecido la intercomunicación entre el Ejército y la sociedad y mucho menos con los grupos políticos. Este problema hay que solucionarlo ya, eliminando cualquier tipo de temor reverencial hacía lo militar, pero también cualquier actitud persecutoria como por desgracia se ha vivido en alguna ocasión histórica; ni las FAS están para hacer política ni los políticos están para triturar al Ejército, sino al contrario, desde los puestos que tengan esa responsabilidad, para dirigirlas y marcar las directrices convenientes para su mejor desenvolvimiento.
La campaña electoral
Los partidos políticos tienen que hacer un esfuerzo suplementario en la campaña electoral, no sólo en cuanto al fondo, al abordar el tema con valentía y sinceridad, sino también en la forma, ya que en el campo militar deben dirigirse a unos electores que no pueden, por imperativo de la ley, acudir a mítines o reuniones partidístas para conocer sus programas en materia militar. Esta es una dificultad que debe ser solucionada por los partidos y coaliciones con el uso adecuado de los medios de comunicación.
Pero si he iniciado este artículo con el «todos a trabajar», es porque indudablemente le doy un gran valor a las próximas elecciones, a su campaña previa y, sobre todo, al trabajo legislativo y de Gobierno del próximo cuatrienio, pero ello no es razón para que se detenga el proceso que se podría denominar como primera etapa de la reforma militar, sino más bien al contrario, en vez de que estos próximos meses sean paréntesis de espera, sirvan para completar alguna de las medidas pendientes.
Logros de la reforma
Esta primera fase de la reforma, en mi opinión personal, ha tenido como logros básicos los siguientes:
- Estructuración orgánica y funcional del Ministerio de Defensa, con deslinde claro entre la rama político- administrativa, lo que ha venido en denominarse núcleo central de la defensa, y la rama militar, con la institucionalización de la Junta de Jefes de Estado Mayor y de los cuarteles generales del Ejército de Tierra, de la Armada y del Ejército del Aire.
La ley recientemente aprobada por Congreso y Senado, reguladora de distintos órganos superiores del Estado en relación con la defensa nacional.
- La ley de Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
- La reestructuración del Ejército del Aire.
- La constitución y puesta en marcha del Instituto Social de las Fuerzas Armadas.
- La reestructuración de la enseñanza militar en el Ejército de Tierra.
- Ordenes ministeriales sobre difusión de ideas y libertad de expresión que nos han permitido a muchos militares expresar públicamente nuestras ideas, sin más censura y responsabilidad que la propia personal.
- Medidas previas a la previsible reducción de la duración del servicio militar obligatorio.
- Exención del servicio militar para casados y viudos con hijos.
Tareas a la vista
Pero había hecho referencia a la labor que en esta etapa a cubrir hasta el nombramiento de nuevo Gobierno sé podría desarrollar, pues bien, además de seguir con el plan de trabajo marcado, considero como tareas urgentes y posibles, que culminarían unos primeros dieciocho meses del Ministerio de Defensa con resultados francamente espectaculares, las siguientes:
- El desarrollo, anunciado en el informe 1/78 del ministro de Defensa, de la Dirección General de Armamento y Material, de acuerdo con los criterios ya hechos públicos, de proponer, coordinar y ejecutar la política de armamento y material de los Ejércitos. El funcionamiento adecuado de esta Dirección es uno de los elementos imprescindibles para mejorar la dotación material de nuestras FAS.
- La desaparición del Alto Estado Mayor, obligada por la reorganización en curso, haciendo una rápida adscripción de sus órganos y funciones, bien a diversos organismos del núcleo central de la defensa o bien sirviendo de base para potenciar el órgano de trabajo y estado mayor de la Junta de Jefes de Estado Mayor.
- El inicio, por parte de ésta, de los estudios conducentes a poder formular y proponer, para su aprobación al Gobierno que ya será el próximo; el Plan estratégico Conjunto.
- Efectuar una gran campaña de conocimiento y difusión en el mundo militar de la Constitución y de las nuevas Reales Ordenanzas. De esta forma, actuando en el campo moral y de las ideas, se podrá ilusionar a todo el personal militar y mentalizarlo para las próximas reformas orgánicas.
- Acelerar en lo posible la redacción de las normas de desarrollo complementarias de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
- Por último, quizás el problema más difícil, y la única laguna en la tarea legislativa de esta primera fase, el buscar una solución al retraso sufrido por el proyecto de ley de reforma del Código de Justicia Militar. Es de destacar que aunque el plazo de presentación de enmiendas en el Congreso de Diputados, había finalizado el pasado 2 de diciembre, la disolución de las Cortes impedirá que pueda entrar en vigor antes de finales de año. Aterra pensar el estúpido desgaste que sufriría nuestra democracia y nuestras FAS, ante la repetición provocada o accidental de un nuevo caso Els Joglars. Creo que si la política consiste en hacer posible lo conveniente, esta reforma tan imprescindible, al estar algunos artículos del vigente Código de Justicia Militar en absoluta contradicción con el artículo 117-5 de la Constitución («... la ley regulará el ejercicio de la jurisdicción militar en el ámbito estrictamente castrense»), obligan a una decisión drástica, como sería la aprobación por decreto-ley del citado proyecto, que es en sí mismo una reforma transitoria, ya que señala en una disposición final que una comisión, cuya composición define, deberá redactar un nuevo texto articulado en el plazo de un año. En consecuencia, con la medida propuesta no se le hurtaría al poder legislativo su acción en la reforma definitiva de materia tan importante.
- En cuánto a la disposición final del citado proyecto que marca las bases de un nuevo Reglamento General de Disciplina Militar, quizás no esté lo suficientemente maduro el tema como para aprobarlo por decreto-ley, por lo que sería conveniente sustituirla por una fórmula más general en la que se dijera que el Gobierno en el mismo plazo de tiempo que debe remitir el proyecto definitivo de Código de Justicia Militar, debe acompañar un proyecto de ley de Código de Disciplina Militar, solución que además parece más adecuada para salvaguardar los derechos individuales del militar.
No perder el optimismo
La labor desarrollada hasta ahora, complementada por las acciones antedichas, es lo que permitirá saldar este período, que he denominado como primera etapa de la reforma militar, con optimismo y satisfacción y proceder después de las elecciones al relanzamiento de la segunda etapa, que deberá iniciarse con el debate y aprobación de la nueva ley orgánica de las Fuerzas Armadas, a la que me referiré en un próximo artículo.
P.D.: Estaba terminando este artículo cuando me entero de que un nuevo acto terrorista viene a poner una vez más de luto a nuestra patria y, muy singularmente, a la familia militar. Por un momento tengo la tentación de suprimir el tono de optimismo de algunas frases del texto, pero finalmente desisto, pues si hay una postura lógica ante el terrorismo, consiste en no disminuir ni un ápice la confianza en nuestro pueblo y en nuestras instituciones, que si han sabido durante estos tres años mantener su rumbo con firmeza y tesón, no lo van a perder por muchas provocaciones que reciban.
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