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Madrid fue ayer un caos circulatorio

Madrid vivió durante la mayor parte de la jornada de ayer un caos circulatorio, motivado por los más de cincuenta controles policiales que, una vez conocida la noticia del asesinato del general Ortín Gil, se pusieron en marcha por fuerzas de la Policía Armada, la Guardia Civil y el Cuerpo Superior de Policía. La incidencia de las extremadas medidas policiales en la vida ciudadana de Madrid fue tal que miles de trabajadores madrileños llegaron ayer por la mañana a sus horas de retraso. Cientos de personas perdieron aviones y trenes, y los más tuvieron que sufrir las incomodidades del tráfico y de los controles.

Madrid, junto con los pueblos de su cinturón, permenecieron colapsados durante toda la jornada, presa su población de una psicosis de temor y de miedo, toda vez que el ciudadano madrileño que se incorporaba a sus dedicaciones habituales muy de mañana no podía entender, por la falta de información, que se trataba de unas medidas especiales que los estados mayores, tanto de la Guardia Civil, como de la Policía Armada, tenían previstas, de acuerdo con los ministerios de Defensa y del Interior, para situaciones de emergencia.A poco de conocerse la noticia del asesinato del general Ortín Gil, cerca de 4.000 agentes de orden público fueron puestos en estado de alarma técnica y se establecieron inmediatamente un centenar de controles en lugares estratégicos de Madrid y sus alrededores, así como en las principales carreteras de acceso y salida de la ciudad, la M-30, estaciones de autobuses y ferrocarriles y aeropuerto. Los controles se rebajaron sensiblemente de madrugada, para reforzarse nuevamente a primera hora de la mañana. Entre las seis y las ocho y media de la mañana, se calcula que alrededor de 750.000 madrileños- se desplazan desde sus domicilios a sus lugares de trabajo. Otras 350.000 personas lo hacen entre las ocho y las diez de la mañana, y el resto, hasta millón y medio lo hace más tarde.

Además de la M-30, que sufrió retenciones de hasta una hora, las carreteras de acceso y salida de Madrid más perjudicadas por los controles policiales fueron las de Barcelona (autopista de Barajas-Alcalá de Henares-Guadalajara), donde a lo largo de casi sesenta kilómetros, entre la capital de España y Guadalajara se halla el pasillo industrial más importante de España; la de Extremadura, toda vez que Navalcarnero, Móstoles y Alcorcón proporcionan casi 100.000 trabajadores a la capital, y la de Fuenlabrada-Getafe-Madrid, esto es, la carretera de Toledo. También las de Valencia y La Coruña sufrieron retenciones considerables, junto con la de Andalucía. La de Burgos, con todo, se encontró algo más despejada.

Varios millares de trabajadores llegaron tarde a sus trabajos y ocupaciones. Numerosas personasperdieron sus conexiones entre distintos medios de comunicación. Los controles fueron extremadamente numerosos (especialmente en las salidas de la ciudad). En múltiples casos los ocupantes de los vehículos fueron obligados a descender de los mismos para proceder a su registro minucioso, incluidos los maleteros. El comportamiento de las fuerzas de orden público fue en todos los casos, según nuestras noticias, completamente correcto. En algunos controles se situaban hasta ocho y diez policías, los. cuales pedían disculpas a los usuarios de los automóviles. Durante todo el día se mantuvieron las medidas policiales, aunque bajaron ligeramente de tono a media tarde.

Al quedar bloqueadas en muchos casos las principales arterias periféricas de la ciudad, en especial la M-30, la circulación en el centro de la ciudad fue durante todo el día de ayer un verdadero desastre. En trayectos tan cortos como paseo de la Castellana-Atocha, por poner un ejemplo, o Gran Vía-Velázquez, los ciudadanos madrileños invirtieron hasta cerca de una hora. La policía municipal contribuyó a mejorar el tráfico, pero sus esfuerzos resultaron baldíos en numerosas ocasiones

En esa sucesión interminable de asfalto y metal que es la ciudad de Madrid, el hombre de la calle vivió una jornada verdaderamente negra. Al tráfico de las horas punta normales y al excedente de las fiestas navideñas se unieron las retenciones múltiples ocasionadas por los controles. También pudieron influir, aunque mínimamente, algunos paros llevados a cabo por empleados del Metro de la estación de Estrecho, en protesta por los leves atentados que había sufrido el día anterior.

El entierro del general Ortín, que se realizó, contra las previsiones oficiales, a pie, contribuyó de forma definitiva a hacer de Madrid un gigantesco caos circulatorio.

Los controles, aunque de forma más difuminada, continuarán en el día de hoy, fecha que tradicionalmente registra embotellamientos de tráfico importantes. Para hoy, además, está prevista la celebración de la tradicional cabalgata de Reyes, que a las siete de la tarde recorrerá, como es habitual, las calles de Alcalá, Carretas, Toledo y la plaza Mayor. Junto a esa cabalgata se celebran otras en algunos barrios, como en Moratalaz, que igualmente contribuirán a colapsar aún más la ciudad. La Policía Municipal recomendó públicamente que no concurriesen por esa zona aquellos madrileños a los que no les fuera imprescindible, en evitación de mayores embotellamientos.

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