Debate civilizado

En el comentario que publican en la edición de EL PAÍS del 29 de diciembre dan ustedes a entender su insatisfacción por la forma (no tanto por el contenido) en que se llevó a cabo el debate televisado entre los señores Abril, Camacho y Redondo. Ello me hace dirigirles la siguiente pregunta: ¿Qué deseaban exactamente contemplar ustedes?En mi opinión sí existió una polémica sensata y civilizada. Cada cual defendió sus posturas con los razonamientos que cada uno creyó oportuno.

De ahí mi sorpresa, ustedes, sabiamente, predican en todo momento sobriedad en nuestra actitud y comportamiento ¿Por qué no en este caso?

Personalmente, estoy acostumbrado a ver esta clase de debates en los tres canales de televisión británica, y puedo asegurarles que el de referencia no deja nada que desear a los organizados por la BBC o la ITV británicas.

Estos debates no se conciben con la idea de resolver los problemas, sino para que se aireen las opiniones de las partes discrepantes y el televidente tenga una mejor idea de la realidad de los problemas.

Ese objetivo, a mi entender, llegó a lograrse bastante bien. No se consiguió plenamente quizá por la pasividad del locutor, que no dejó caer las preguntas que el hombre de la calle hubiese deseado ver aclaradas. Una sabia agresividad por parte del locutor, quizá haría que futuros debates fuesen más completos, pero, por favor, que no se pierda el espíritu civilizado de este primero.