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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vacaciones para Autrán

Fernando Arias Salgado, director general de RTVE, no tiene la culpa de que Eduardo Autrán sea primo suyo. Pero poco claro- durante el actual mandato ha sido trasladado desde el centro regional de Canarias (donde era director-gerente) hasta Prado del Rey con la categoría de subdirector de TVE para los programas de producción ajena.En estos días en que TVE produce tan sólo información monocolor, algunas horas de dramáticos y algo menos de musicales, el poder del señor Autrán supera al de cualquier otro ejecutivo responsable de programas. Persona de toda confianza, en edad y otras dignidades, Eduardo Autrán Arias Salgado ha sustituido a José María Carcasona en la conflictiva subdirección y en el sillón de la junta de programas. Y como corresponde a esta gestión involutiva, también antes estábamos mejor.

El señor Autrán comenta con sus íntimos que Yo, Claudio tiene de gracioso tan sólo lo del tartamudo. Por eso -ya lo había insinuado el día del visionado en Prado del Rey, un visionado a petición de este periódico- le aplicó a la serie británica una cirugía sexual más vergonzosa que la pía costumbre de cubrir con hojas de parra las esculturas clásicas. Los tijeretazos del señor Autrán Arias Salgado van más allá del chal que había inventado su otro pariente y ex ministro para cubrir los hombros y escotes de las artistas que asomaron por TVE en sus primeros años. Allí donde se oía en off original que «las tropas rusas comprueban en sus avances los horrores del nazismo», el vernáculo traducía: «los pormenores del nazismo». Y hasta se sospecha que ha dejado de emitirse un capítulo de esta interesante serie, El mundo en guerra, correspondiente a los campos nazis de concentración. Extremo que no hemos podido comprobar, porque lo de la censura en TVE es. poco menos que secreto de Estado.

El señor Autrán quiere ahora que los telespectadores practiquemos la risa por decreto-ley. En su opinión, la serie Crucero de vacaciones o Vacaciones en el mar (los traductores no se han puesto de acuerdo porque Autrán decidió que el título original, The love Boat, no significa, en castellano o español, «el barco del amor», por obra del mismo morbo e ignorancia que en los tiempos del célebre Mogambo) es el prototipo de serie que hay que dar a la gente que llega a casa después del tajo. Una serie estúpida, babosa (la peor compra que se ha hecho a EEUU), prevista en principio para la sobremesa y elevada a horario estelar. Tendremos «Vacaciones en el mar», fuera de temporada, hasta el próximo verano. Veintidós episodios de 55 minutos. Eso sí, en versión íntegra, al contrario de Yo, Claudio y El mundo en guerra, con sus risitas. En el episodio, del martes hemos contabilizado hasta 127 risas en off. Casi tres por minuto. Cada capítulo ha costado 110.000 pesetas, que con doblaje, laboratorio y demás se pone en medio millón por episodio. O sea, una risa enlatada nos sale a 4.000 pesetas.

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