El teatro de TVE
Se han empeñado en darnos una obra de teatro, como mínimo, todas las semanas. Comedias intrascendentes, de enredos matrimoniales resueltos según los cánones familiares y políticos de los años sesenta. «Adelaida es una mujer convencional, formalista, rígida y artificial. La otra hermana, Juanita, es su antítesis y, por eso, más sencilla, frívola, alegre y espontánea. Cuando ésta se marcha de casa con un ingeniero, la familia se siente tan deshonrada que la madre, para poder casar a Adelaida, no duda en regresar a España con su hija predilecta y dejar abandonados en Cuba a su marido y a Juanita.»Así nos mastican la sinopsis de esta enésima obra de Víctor Ruiz Iriarte, La guerra empieza en Cuba, interpretada por Marisa de Leza, Ricardo Merino y Andrés Mejuto. Adaptada y realizada por Cayetano Luca de Tena, vinculado a TVE en calidad de colaborador, al igual que F. García de la Vega, desde hace tres lustros.
Gustavo Pérez Puig, fundador de TVE, amigo personal del presidente Suárez -de ahí que se le encomienden la realización de sus intervenciones en TVE- y ascendido por el director de TVE, Miguel Martín, a jefe de dramáticos, explica así los criterios de su programación en el semanario oficial Tele-Radio (la única publicación que tiene el privilegio de publicidad gratuita y casi diaria en TVE): «Hemos procurado hacer una programación alegre y divertida. Tratamos de ofrecer al telespectador un teatro que esté a su alcance, que suponga cultura y entretenimiento para él.» Y la cultura de Pérez Puig limita con las obras de Alfonso Paso y Víctor Ruiz de Iriarte (dos autores que acapararon gran parte de la programación teatral de TVE desde hace quince años), Pemán, los refritos con Tenorios o la reposición en cinta sin fin de Doce hombres sin piedad y Las brujas de Salem. Dicen que Gustavo Pérez Puig ha sido el inventor del teatro «en directo» -que desde un punto de vista carismático y televisivo tiene el mismo valor que una misa en diferido- y por eso más le valdría retransmitir las obras que actualmente patrocina el Centro Dramático Nacional y dejarse de ahuyentar a la audiencia y despreciar los numerosos grupos teatrales repartidos por todo el país. Si el subdirector, Marino Peña, cuñado de Martín Villa y responsable de los programas infantiles, ha dejado de producir programas propios y encierra a los niños en una guardería electrónica de dibujos animados patrocinada por las multinacionales americanas, Gustavo Pérez Puig ha convertido la programación teatral en una especie de asilo y hogar del pensionista para jubilados de TVE.
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