_
_
_
_

Los policías municipales "tomaron" Madrid durante el entierro de su compañero asesinado

A las dos se celebró una misa en el cuartel del Conde Duque; lugar donde se había instalado la capilla ardiente. Estaban presentes el alcalde, José Luis Alvarez, todos los cargos municipales más relevantes, los familiares del guardia urbano muerto y miles de compañeros del cuerpo, muchos de ellos uniformados.Una vez terminado el responso, el féretro fue sacado a hombros y conducido por las calles de Carranza, Sagasta y Génova, hasta desembocar en la plaza de Colón. Allí se originó el primer enfrentamiento entre alcalde y policías. El primero pidió que el féretro fuera introducido en el furgón funerario, a lo que los segundos se opusieron rotundamente. En ese momento, unos cien policías motorizados abrían paso al cortejo, sin respetar, según testigos presenciales, ninguna norma de tráfico.

Los motoristas invadieron los dos sentidos de la calzada, haciendo sonar las bocinas continuamente. Detrás iba el féretro, cubierto con una bandera nacional. A con tinuación, los familiares, y más atrás, y antes del furgón, el alcalde y los delegados municipales.

Al llegar a la calle Goya, cruzada, transversalmente por otras de gran densidad de tráfico, los policías cortaron la circulación en todos los sentidos, con lo que el atasco al canzó proporciones muy importantes, teniendo en cuenta, además, que al ser fin de semana, y coincidir con las vísperas navideñas, la circulación sufre ya una congestión natural.

El punto álgido del enfrenta miento entre policías y alcalde se produjo al llegar a la intersección de Goya con Alcalá. Minutos antes, al cruzar el cortejo frente a la sede de Fuerza Nueva, menudearon los gritos de Viva Franco, Arriba España, que, al parecer fueron coreados por un sector de los policías municipales.

En la calle de Alcalá, el señor Alvarez pidió de nuevo que el féretro se introdujera en el coche funerario. Se originó una fuerte discusión, en cuyo transcurso el mismo féretro que contenía los restos mortales de Benjamín Díez fue zarandeado. Los motoristas dispusieron sus motos en círculo en plena calzada e interrumpieron el tráfico durante casi una hora. Al final, el señor Alvarez, visiblemente excitado, prefirió abandonar la comitiva. Un periodista de EL PAÍS que insistió varias veces en conocer su opinión sobre el desarrollo del entierro, recibió primero un escueto «no quiero decir nada en este momento», y después le volvió la espalda. El señor Alvarez tampoco pudo ser localizado por la tarde en el Ayuntamiento.

El cortejo continuó su marcha a pie. Al llegar a Las Ventas, un capitán de la Policía Armada, que comandaba un jeep estacionado allí, intentó de nuevo que el cortejo continuara utilizando el furgón, y tampoco tuvo éxito. Ya con los ánimos más calmados, los policías municipales siguieron andando, atravesaron el puente de la M-30 y llegaron sin más incidentes al cementerio de la Almudena, donde se procedió al entierro del señor Díez en un ambiente triste pero más relajado. El acto terminó aproximadamente a las 4.30 de la tarde.

Mientras duró el entierro Madrid sufrió un colapso total de tráfico, favorecido, además, por el hecho de que muchos agentes de la circulación recibieron permiso de abandonar sus puestos para participar en el mismo. Por ejemplo, el trayecto del microbús que cubre el itinerario Atocha-plaza de Castilla en un tiempo habitual de 45 minutos, invirtió ayer casi dos horas. Algunos conductores de vehículos privados decidieron descender de sus coches y ponerse a dirigir el tráfico ellos mismos. En la avenida del Generalísimo, una señora se dedicó a dirigir, corno si de una orquesta se tratase, el concierto de claxons de los irritados conductores.

Por su parte, fuentes de la Policía Municipal trataron ayer de minimizar los hechos, argumentando que el colapso se debió en su mayor parte a las fechas navideñas en sí, y no a los incidentes del entierro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_