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Comprar un disco: un dilema shakesperiano

En esta época prenavideña, las casas discográficas lanzan tumultuosamente sus ofertas para encontrarse con una demanda sedienta de música. Pero el pobre incauto que se acerca a una tienda de discos se encuentra con unos precios que en cinco años han pasado de más o menos 350 pesetas a seiscientas. Las razones para estos precios en discos y cassettes son múltiples, y en gran parte debidas a fallos en la gestión de las empresas, falta de previsión y otros varios que ha de pagar el consumidor. A cambio no se ofrece muchas veces una calidad técnica mínima. ha realizado sobre el tema la siguiente información.

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Factores que inciden sobre el precio de los discos

Sí, últimamente los discos están, carísímos. El que una rodaja de vinilo negro ande alrededor de las seiscientas pesetas no es normal. Pero no vale gritar desaforadamente: «¡Al ladrón!» Eso queda siempre bien, pero no explica la realidad.Los discos en nuestro país tienen, aproximadamente el mismo precio que en Alemania, Estados Unidos e Inglaterra y mayor que en los países del Este. Son, en cambio, más baratos que en Francia, pero es que allí todo es carisimo, excepto el paté y los quesos. Dadas las diferentes capacidades adquisitivas, resulta claro que en España los discos cuestan mucho más en horas de trabajo.

Las razones para ello son múltiples y variadas. Como todo el mundo sabe, un disco se hace de plástico. El producido en España, o el que se obtiene por el reciclaje de discos defectuosos o descatalogados, es peor que malo y habitualmente sólo se utiliza para singles (o, al menos, eso se afirma). El de elepés hay que importarlo, y esto ya es un gravamen. Lo mismo con la maquinaria en general.

Por otra parte, en España existe un impuesto de lujo sobre el disco, que equivale aproximadamente al 12% del total. La industria discográfica, alegando que el libro no tiene este impuesto, pretende quitarlo, pero lo que no dicen es que para sustituirlo habría de arbitrarse un impuesto sobre el valor añadido, que en Francia es aproximadamente de un 16%. En todo caso, y a pesar de que desapareciera el impuesto, la industria no parece dispuesta a rebajar una sola peseta en sus productos.

En general, puede decirse que un elepé de la serie cara (los normales) le viene a salir a la fábrica por unas 150 pesetas. La empresa lo vende a los mayoristas entre 250 y 350 pesetas. Esas cien pesetas de margen tienen que pagar la producción (entre 500.000 y 1.300.000 pesetas para discos nacionales) y un 14-18% de royalties para las extranjeras.

Además los gastos de publicidad y la parte correspondiente de los gastos generales. Estos gastos generales supondrían aproximadamente un 25 % del volumen de ventas total, pero muchas empresas españolas, debido a una mal a gestión o gastos innecesarios (que no por elevados sueldos), pueden ver cómo ese porcentaje sube al 35% e incluso al 40%; errores empresariales que tiene que pagar el consumidor. También hay que incluir aquí el impuesto de la Sociedad General de Autores (aproximadamente un 9% del precio de venta al público), que bastantes empresas pasan de pagar ante la molicie y desinterés de la citada sociedad. A ello se le suma el gasto de carpetas, que viene a ser del orden de un 8% del total; ya el álbum pasa a un mayorista.

El mayorista que recibe el disco a 250 pesetas lo vende a la tienda a unas cuatrocientas (más o menos). Según esto, el margen es muy amplio, pero es que un 30 % de las tiendas no pagan al mayorista, mientras éste se ve muchas veces ante un stock de discos sin salida, que le ha endílgado la casa de discos. Como en la actualidad los bancos no desc uentan letras con facilidad, resulta finalmente que aquí no paga nadie. El año pasado un mayorista desapareció como tal. dejando colgados setenta millones en deudas. El pagano de este desmadre puede suponerse quién va a ser.

No contentos con todo lo anterior resulta que el mercado de covers y versiones baratas que opera en la más absoluta ilegalidad y que supone más del 50 % del mercado español (esto es, unos 6.000 millones de pesetas) es un tiro para las producciones originales, además de un engaño al consumidor. Pero como son algunas de las mismas empresas quienes tienen intereses en esta actividad, poco se puede hacer: es su problema.

Hay otra cuestión (dicen) que tiene parte de sus causas en la in dustria. En España existen pocos equipos o tocatas, pero en 1977 se produjeron nada menos que 408.000, que no está mal. Lo cierto es que desde los sesenta no se ha vuelto a realizar una promoción de este tipo de aparatos (sí, de cassettes) y la industria se ha desentendido de ello. Item más: el mercado español posee un dinamismo bajísimo. No hay unas rebajas institucionalizadas, aunque el Corte Inglés, Discoplay, Símago o Discolibro realicen cada cierto tiempo ofertas-sorpresa. Tampoco existe la posibilidad de devolución de discos no vendidos, que en otros países se dirigen a circuitos aquí inexistentes (en España puede haber unos birriosos 2.500-3.000 puntos de venta).

En resumidas cuentas, 1 en España están muy sob dos de gastos, el mercado dinámico y muchas empr van una gestión lamentable. Eso son las seiscientas pesetas que cuesta un elepé.

A cambio de ese dinero se dan muchas veces carpetas mutiladas, escaso control de calidad, una distribución pésima fuera de la grandes ciudades y una presión publicitaria digna de mejor causa. Ya que pedir una rebaja es una utopía, lo menos que puede hacerse es no pasar ni el más mínimo de los errores y exigir calidad por dinero, llenando las tiendas de devoluciones si es necesario.

Porque es que aquí no se para la cosa. Si seiscientas pesetas es ya un número fuerte, alguna compañía piensa ya en subir el precio a setecientas pesetas para resolver una situación de crisis a la que no ve otra salida. No han intentado de verdad arnpliar el mercado, perseguir el submundo de las versiones baratas o racionalizar de verdad sus empresas. Sólo se les ocurre subir el precio. Pero para quien no lo sepa, existen precios de disuasión: por encima de ellos la gente se harta y no compra, aunque esto tal vez no lleguen a comprenderlo todos.

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