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El fútbol descubre el amateurismo marrón

La Federación Española de Fútbol acaba de descubrir el amateurismo marrón. Por esta causa se fue a la tumba con sensación de derrota el barón de Coubertín, tras plagiarle al arzobispo de Canterbury aquello de que «lo importante es participar». La Federación de Fútbol, que se ve en dificultades con la Asociación de Futbolistas, se ha inventado la manera de acabar con el profesionalismo formal y evitarse problemas jurídicos.

La Federación acaba de reinventar la manera de que los futbolistas jueguen y no cobren al final de temporada. Cuando Unamuno dijo aquello de «que inventen ellos» no se refirió a los federativos balompédicos, pero éstos sehan adjudicado el tema.Si la Federación hubiera sido capaz alguna vez de acabar con los camelos de profesionales recalificados como amateurs, el proyecto de reorganización que se pretende ahora podría tener alguna expectativa, pero al cabo de tantos años de bendecir falsas reconversiones no creo que nadie crea en ese futuro imperfecto que se pretende.

Quiere la Federación que en Tercera no haya profesionales. Quiere de un plumazo restarle fuerza a la Asociación de Futbolistas. Pretende la Federación limpiar la Tercera de resabios, para que en ella se hagan los jugadores del futuro Craso error, porque los clubs serán los primeros en pagar bien a los jugadores tanto para ascender como para evitar el descenso.

El proyecto federativo viene a modificar de nuevo la estructura del fútbol nacional, cosa que se viene haciendo casi desde el comienzo de las competiciones nacionales y en que por lo visto nunca se ha acertado. De dos grupos de Segunda División se paso a uno y ahora de dos grupos de Segunda B parece que podemos desembocar en uno solo.

Un solo grupo de Segunda B vendría a resultar, presupuestariamente, tan caro como el de categoría inmediata superior. A los clubs puede que no les interese ni poco ni mucho ese futuro. Esa división intermedia parece que no es demasiado positiva. Entre otras cosas, porque es un pozo del que difícilmente se puede salir.

Para potenciar el fútbol de base y mantener el profesionalismo en sus justos límites quizá conviniera otro planteamiento. Por ejemplo, suprimir la Segunda B y dejar la Tercera reducida a cuatro grupos, como ha ocurrido en otras épocas. De ese modo quedarían potenciadas las regionales y en categoría ñacional estarían los justos. En regional sí es posible dar oportunidades a los juveniles y, si cabe, que la inmensa mayoría de jugadores sean amateurs simplemente compensados.

En la actualidad hay numerosas poblaciones que difícilmente pueden sostener sus clubs en Tercera. Con dos grupos más lo que se conseguirá en realidad es regionalizar esta categoría, pero con todos los inconvenientes del profesionalismo y muy escasas ventajas para la creación de la cantera.

Probablemente la reforma que ahora se pretende está basada en futuribles esperanzadores, pero sería cosa de estudiar a fondo algüna alternativa más para evitar nuevas insatisfacciones. A lo mejor la reforma debería comenzar por reducir la Primera División, cuestión esta que sí favorecería a los planteamientos del Mundial-82.

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