"La arquitectura se hace a gusto del vendedor, no del cliente"
En pleno centro de Madrid, en la esquina de las calles Libertad y San Marcos, acaba de surgir una nueva estructura arquitectónica, obra de Félix Cabrero, que ha llamado poderosamente la atención de arquitectos, vecinos y transeúntes. Este edificio, contrariamente a lo que suele pasar en Madrid" ofrece excelentes muestras de integración en el paisaje urbano. Sin embargo, su autor opina que la arquitectura se mueve en base a los gustos del vendedor y no de los clientes o usuarios. El proyecto se ajusta a las exigencia; de la normativa vigente para el casco central de Madrid y contrasta con las concepciones gigantistas y funcionales al uso en gran parte de Madrid donde de cada nuevo espacio se quiere conseguir una city de plástico.
La calle de la Libertad es ampliamente conocida por ciertos sectores de nuestra sociedad. En los últimos años ha sido lugar inevitable de encuentro y punto de reunión de gran parte de la juventud, plasota o no, madrileña. Locales como la famosa Vaquería, o Libertad, 8, así como la frecuente presencia de la policía, y las numerosas redadas, nos hablan bien a las claras del nuevo tipo de vida que se ha asentado en el antiguo barrio y lo ha hecho suyo. Pero este proceso de revitalización no se limita sólo al aspecto social, sino que también ha atraído el interés de las empresas constructoras, como queda bien de manifiesto en las nuevas construcciones que paulatinamente van apareciendo en la zona.Así, en la esquina entre la calle de la Libertad y la de San Marcos se eleva un edificio de tres plantas, dedicado a apartamentos, obra de Félix Cabrero, que por su particular imagen está reclamando el interés de los profesionales de la arquitectura y de la crítica especializada, como del ciudadano común.
Llama inmediatamente la atención.el estilo neo-racionalista de la fachada, donde su claridad expresiva, su sobriedad en la realización (ausencia de elemento! superfluos) y la composición general en la más clara tradición madrileña responde a unos principios cultgrales, y es en esencia una recreación dentro del más puro racionalismo de los años treinta, proyectado con una visión actual.
La normativa vigente
Esta tendencia estilística no es un capricho del arquitecto, es fruto de un proceso analítico, en res:puesta a las presiones de la normativa vigente y wla propiedad.El propio Cabrero asume su responsabilidad en sus dos facetas: como contestación concreta a la arquitectura que tradicionalmente se viene haciendo, y como profesional.
El interior del edificio, obviamente, no está tan estudiado como la fachada, según el propio autor: «Responde a un criterio no especulativo, pero sí de aprovechamiento máximo de la planta.» El esquema es simple y arquetípico dentro del diseño de estudios-apartamentos, y sólo es de destacar el panel móvil que divide el salón, facilitando las posibilidades de uso del mismo.
Pero lo más importante de esta obra es claramente su fachada, su carga teórica y su integración en el paisaje urbano, convirtiéndose en ente autónomo, aunque mantiene su íntima relación con el interior. La postura culturalista que adopta Cabrero es un escape de la tradicional «imagen de prestigio», tan en boga entre las construcciones actuales, dando una idea de arquitectura sencilla y de calidad, desmitificando esa otra ampulosa e insultante.
Del resultado final no se encuentra plenamente satisfecho; algunos de los elementos del proyecto no han quedado plasmados adecuadamente en la ejecución; así la cornisa y los canalones y algún otro, con los que pretendía una integración dialéctica entre elementos concordantes y no concordantes. Por otra parte, existe el problema con el cliente. «La arquitectura se hace a. gusto del vendedor, no para el cliente, pues éste sólo aparece al final del proceso, cuando el producto, en este caso el edificio, está ya terminado. Es elusuario quien debería marcar el programa de su futura vivienda, de acuerdo con sus, necesidades, y aquí nos encontramos.con un nuevo problema, pues el bombardeo indiscriminado a que es sometido por los medios de comunicación, principalmente, le hacen demandar , soluciones que no se ajustan a sus verdaderas necesidades y es por esto que nos vemos, desgraciadamente, obligados- a adoptar actitudes paterrialistas.»
Pero lo que está claro es que el problema general no se resuelve con una actuación en solitario. No puede haber, en principio, buena, arquitectura sin un buen plancamiento. En un caso como éste, de reforma interior, se está tratando el. diseño como una operación epidérmica, que no parte de una ,auténtica remodelación urbana, y el arquitecto termina siendo una especie de decorador ciudadano.
Un proceso como el que se sigue actualmente de espediente de ruina, deshaucio, derribo y nueva construcción, pero con la misma imagen anterior, no está atajando la testrucción progresiva de la ciudad, sino que en cierto modo está colaborando a ello, al limitarse a «lavar la cara de los edificios», porque es muy distinto pretender salvaguardar la ciudad que limitarse a mantener su imagen.
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