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Postergar el acuerdo económico puede suponer el fin de la democracia

Si el tiempo económico no puede desplazar el tiempo político; si los planteamientos de cara a solventar los agudos problemas económicos no supera los políticos, el proceso democrático en que estamos sumergidos corre el mismo peligro que en 1931 -época con circunstancias similares a las actuales-, ya que los partidos políticos serán seriamente dañados si se permite el deterioro de la economía. En estos términos se manifestó el profesor Enrique Fuentes Quintana, asesor del presidente Suárez, en una reunión con periodistas económicos, horas antes de que interviniera, junto a su equipo -Manuel Lagares, Victorio Valle y Julio Alcaide-, en una reunión organizada por la Asociación para el Progreso de la Dirección y en la que expusieron las líneas maestras del programa económico para 1979-81 elaboradas por ellos y que publicó EL PAÍS los días 10, 17 y 24 de septiembre y 1, 8 y 10 de octubre.Tras insistir en la opinión de que no le parecía bueno que planteamientos electorales y políticos relegasen a segundo plano las medidas económicas que había que adoptar, el señor Fuentes recalcó la necesidad de que cualquier tipo de soluciones fuesen pactadas y que existiese un fuerte control de las fuerzas políticas sobre las medidas de ajuste económicas.

Al analizar los datos que hasta el momento había manejado el Gobierno de cara a su programa económico, el profesor Fuentes dijo que lo único que se había dado a conocer eran unas aproximaciones al cuadro macroeconómico del año actual.

Al realizar una revisión del año transcurrido desde que se firmaron los pactos de la Moncloa, el señor Fuentes,dijo que había faltado entisiasmo para desarrollar el programa y que él no se consideraba responsable de este hecho por haber dimitido.

La postura de los empresarios ante la crisis económica fue igualmente analizada por el profesor Fuentes y fue con ellos especialmente duro. Comenzó diciendo que la clase empresarial no se había movido excesivamente para ponerse a tono con la democracia, ya que antes del 15 de junio había apostado, en su mayor parte, por un mapa electoral que no salió y han tardado tiempo en reconocer la necesidad de amoldarse a las actuales circunstancias.

Tras reseñar que el empresario español tiene que hacer un esfuerzo grande para demostrar una capacidad rectora similar a la de Europa, el señor Fuentes Quintana dijo, sin embargo, que una vez que las cosas habían empezado a funcionar como se esperaba, la respuesta del empresario en algunos aspectos, como el de comercio exterior, había sido realmente buena.

Estas afirmaciones del señor Fuentes merecieron la réplica de Rafael Termes y Antonio Enrich, quienes no aceptaron el hecho de que los empresarios hubiesen apostado por un mapa político diferente al que salió y que los empresarios no hubiesen respondido al reto que supuso las elecciones del 15 de junio.

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