El mal tiempo, última defensa del Everest
Los pasados días 14, 15 y 16 el Everest. la montaña más alta del mundo, se debió conmover más que nunca. Tres «osadas» expediciones se permitieron llegar hasta su cumbre sin demasiados problemas. Lo que en otros tiempos habría supuesto una aventura casi increíble ahora parece haberse convertido en un paseo turístico por encima de los 8.000 metros, con el incómodo problema de la falta de oxígeno y el único peligro latente de las condiciones climatológicas adversas.El sábado día 14 tres alemanes, uno de veintiocho años y dos de 34, coronaron el Everest. Uno de estos últimos no utilizó oxígeno desde el campamento base. El domingo 15, el juez Pierre Mazeaud, ex secretario de Estado para la Juventud y los Deportes en Francia con Jacques Chirac, de 1973 a 1976, logró también el éxito junto a dos compatriotas y un flimador austriaco. Finalmente, el día 16, un nuevo grupo de seis escaladores, entre ellos una mujer polaca, se convirtió en la tercera cordada que alcanzaba su objetivo en tres días. Junto a dos alemanes, dos sherpas nepalíes, que tampoco utilizaron oxígeno, y un suizo, ascendió Wanda Rutkiewicz, de 35 años, primera mujer europea que llegaba a la cima del Everest.
Sorprendentemente, las condiciones climatológicas favorecieron «tanta humillación para el techo del mundo en poco tiempo». A primeros de octubre, la nieve caía en abundancia sobre la zona y las avalanchas se sucedían al haber capas entre 45 centímetros y un metro de espesor. La mejoría del tiempo fue providencial pues a partir del día 15 hubiese e resultado imposible la ascensión. La tercera expedición en llegar a la cima fue la que menos problemas encontró, quizá porque tuvo que esperar menos a dicha mejoría. La que dirigía Pierre Mazcaud hubo de retroceder desde el campamento número tres, va a 7.000 metros de altitud, hasta el dos, a 6.500. a la espera de que la enorme capa de nieve caídase endureciera con los efectos del sol a esas alturas, a fin de evitar los mortíferos aludes. Mazcaud y el filmador austriaco habían salido anteriormente del campamento base, situado a 5.300 metros, sobre la cascada de hielo del glaciar de Khumbu, para preparar el terreno e instalar otro campamento más arriba. En todo ello invirtieron quince días. El mal tiempo, sin embargo, que también afectó a la expedición franco-germana, primera en llegar a la cima, compuesta por doce lombres, ocho franceses y cuatro, alemanes dejó el posible triunfo en el alero.
La suerte fue que las condiciones climatológicas favorables no variaron rápidamente, como suele ser habitual en la zona. En esta ocasión no se produjeron las temperaturas nocturnas de hasta sesenta grados bajo cero o los vientos monzónicos de cerca de los doscientos kilómetros por hora. El tiempo bonancible de la primavera, del mes de mayo habitual para la mayoría de los anteriores éxitos de otras cordadas, se repitió en el otoño del Himalaya. Los únicos problemas, como siempre, fueron la disminución de la presión atmosférica, a causa de la enorme altitud, el enrarecimiento del aire por la falta de oxígeno, con la consiguiente fatiga al menor movimiento, o la reverberación -reflexión de la luz-, más cegadora que en cualquier otro lugar. Pero ninguno de ellos impidió los triunfos de las expediciones. La preparación y aclimatación en sucesivos campamentos lo hizo posible. Recordemos que el pasado 8 de mayo los austriacos Messner y Habeler, de 33 y 35 años, respectivamente, también ascendieron el Everest sin oxígeno. Precisamente, el éxito del primero de éstos, todo un filósofo de la montaña, contrasta con los obtenidos, gracias a medios técnicos sofisticados al margen de la «suerte meteorológica». Todo ello permite ya conquistar el Everest «de tres en tres».
Intimidad, no; publicidad, sí
Buena prueba de esos medios técnicos la dio la expedición de Mazcaud, patrocinada por la emisora France-Inter, y para la que se transmitieron continuamente las experiencias y el logro. El éxito personal íntimo que hasta ahora tenía para un montañero una escalada se comparte ya como la llegada a la Luna -sólo falta la televisión- o cualquier otra conquista técnica. Las expediciones llegaron al campamento número cinco, situado a 7.895 metros, y al menos la de Mazeaud, no tenía secretos en sus movimientos. con las conexiones de radio. El penúltimo paso fue llegar al campamento seis, en la arista de la pirámide final del Everest, cota de los 8.530 metros, a sólo trescientos de la cima.
Esta publicidad, incluida la ejemplaridad deportiva de un político -bien lejano a los españoles-, contrasta, por ejemplo, con el silencio de otras expediciones pasadas, cuyo único fin fue la aventura centrada en la íntima y solitaria satisfacción del éxito. Pero los tiempos han cambiado y como mínimo son ya de estudio científico. Otra cordada francesa, que intenta estos días la ascensión del Dhaulagiri por la vertiente sur, aún virgen, trata de constatar lá adaptación cardiaca al esfuerzo en altitud, comportamientos individuales y de grupo en esas condiciones extremas, ensayos de nuevas alimentaciones, etcétera. La aventura es ya más científica, pues no quedan otros 8.000 por explorar, salvo por esas nuevas vías. Los fracasos ya sólo se pueden deber a las condiciones climatológicas adversas. Por ello, Pierre Mazeaud no logró alcanzar ya el Everest en 1971 y pudo hacerlo ahora con tiempo ideal, sin nubes y temperatura de diez grados. Bien distintas a las soportadas por Maurice Herzog, otro dirigente deportivo galo, que sufrió amputaciones por congelación tras escalar el Annapurna.
Francia ya tiene su conquista del techo del mundo, y España lo intentará en la primavera de 1980. Será una nueva expedición vasca. encabezada por el doctor Lorente, que debió desistir en el campamento seis, en 1974. Después quizá falte la mujer que emule a la ingeniera electrónica polaca Wanda Rutkiewicz ya la japonesa Junko Tabei, primera mujer que subió al Everest, junto a otra china, en 1975, aunque tardase, como detalle anecdótico, seis horas y media en los últimos 348 metros. Precisamente una expedición norteamericanobritánica ha fracasado estos días, por dos veces, en la ascensíón del Annapurna, a causa del mal tiempo. Dos de ellas perdieron la vida.
De cualquier forma, todavía quedan imposibles. Los medios técnicos nunca podrán contra las fuerzas de la Naturaleza en forma de nuevas vías o, sobre todo, de condiciones meteorológicas adversas.
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