Momentos criticos para el Partido Comunista frances
El Partido Comunista francés (PCF) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Las incoherencias y equívocos en su seno y en toda la izquierda francesa y occidental, generados por su decisión de boicotear el triunfo aparente de lo que fue «la unión de la izquierda» en las legislativas de marzo último, ha enfilado al PCF por un derrotero que ni los más conocedores de su estilo y procedimientos aciertan a situar. El Partido Socialista (PS) y la derecha francesa, cada uno por su lado, aprovechan la coyuntura, para afianzar su imagen y posiciones ante la opinión.«Sólo L'Humanité dice la verdad», se leía días pasados en uno de los editoriales del diario nacional del PCF. Y en su número del último día 24, con motivo de la inauguracion de la nueva fórmula del periódico (fotocomposición y offset), el secretario general del partido, Georges Marchais, también en el editorial, escribía: «Cuando se trata de nosotros, o bien se guarda silencio, o se manipula, o se miente.» Estas dos afirmaciones rotundas, desde hace varios meses, son pan cotidiano del discurso comunista en Francia.
En el "ghetto"
¿A qué se debe esta actitud defensiva del PCF que, día a día, desde que se rompió «la unión de la izquierda», hace ya más de un año, lo aísla más y más y hace preguntarse a alguno si ha optado por encer arse en un ghetto que nadie acierta a definir? Un dirigente occidental de izquierdas, conocedor del PCF, de paso por París recientemente, en privado, concluía su análisis sobre el comportamiento último del PCF estimando que «la naturaleza no le ha dado inteligencia a los dirigentes comunistas franceses». Otro gran conocedor del partido, antiguo miembro, estimaba días pasados: «Algunas veces creo haber descubierto las motivaciones de la política del PCF, pero, en cada ocasión, un día o dos después, los hechos me prueban que no es lo que yo pensaba: francamente, no sé hacia dónde va este partido.»Los analistas políticos franceses y extranjeros se apoyan en hechos objetivos para elucubrar, pero sin llegar a convencerse a sí mismos de nada: se supone que les ha desconcertado el fracaso de su estrategia de ruptura de la izquierda. Desde hace un año ya no se cuentan los métodos empleados para convencer a los franceses de que el PS giró a la derecha y de que practica el «doble juego». Pero hoy, la mayoría de la opinión está cada día más convencida de que el causante del fracaso fue el PCF. Sus agresiones ideológicas contra la socialdemocracia no le interesan a nadie, y su slogan permanente, «la culpa es de los otros (los socialistas) o de la prensa» también da la impresión de estar dirigido a «tontos o a adolescentes», según expresión de un din gente socialista. Entre los militantes mismos, incluidos los intelectuales, este sistema de atacarcon la «verdad divina» no parece convincente.
La «contestación» en el partido ha amainado, pero son múltiples los testimonios de comunistas, intelectuales o no, aburridos y, en consecuencia, a la espera de otros tiempos. En el plano internacional, cada día salta más a los ojos de los franceses la «soledad» del PCF respecto a la izquierda de Europa occidental. Su oposición a la ampliación del Mercado Común es uno de los ejemplos más evidentes en este aspecto.
Frente a este PCF acurrucado e intratable, el Partido Socialista francés, a pesar de sus divisiones internas, en el interior y cara al exterior (elecciones europeas), parece operar convencido de que su «estrella» sólo relucirá sin los comunistas. Si en declaraciones públicas algunos dirigentes aún guardan las apariencias, en privado pocos ocultan que el porvenir es el socialismo sin los comunistas.
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