Al Oeste del Edén y del señor Suárez

Y Elia Kazan estaba lejos. No pedía llegar porque teníamos en la pantalla al señor Suárez y a la UCD, con aire de señora elegante de la alta sociedad. El montaje era perfecto: todo estaba preparado para la farsa, incluidos tramoyistas, actores y secundarios, parados de primera fila... De todo hubo en el inefable congreso, hasta cine de calidad enlatado para tan gran fasto.Y hablaba, y leía, y aplaudían cada punto y coma, cada gesto; y todos los españolitos teníamos que ver la imagen del presidente porque estábamos pendientes de Elia Kazan y de James Dean. Pero, a pesar de todo, hubo un fallo en la programación: el título. Debería haber sido cambiado por el de Al Oeste del Edén y del señor Suárez, y todos hubiéramos ganado algo más, ya que el nuevo título se ajustaba a la realidad, puesto que todos los protagonistas de la noche habrían encendido sus luminarias, con letras de molde, en la pequeña pantalla, en la que, junto a los de Elia Kazan, James Dean, iría, con el mismo tipo de letra, y con el mismo relieve: Adolfo Suárez.

Pero había un problema para que tan gran actor compartiera la cabecera del cartel: el término este. El señor Suárez no podía acceder a ello porque el es el centro, y haciendo concesiones a lo más que podría llegar al es al Oeste, americano, claro.