Papá ¡ven en tren !

Los que suscribimos esta carta, ante la reiterada experiencia de viajar en Renfe (tranvía León-Madrid), queremos hacer constar, una vez más, las incómodas y desagradables circunstancias con que continuamente nos tropezamos. Un viaje de 429 kilómetros al «módico» precio de 723 pesetas, igual para todos.El domingo día 15 nos disponíamos a tomar dicho tren (formado por dos unidades), cuya salida era a las 16.30. Cinco minutos antes de la salida, en vista de que era materialmente imposible instalarnos en el tren, debido al abarrotamiento del mismo por personas y bultos, decidimos solicitar, con el debido respeto, al jefe de estación, que fuesen colocadás más unidades, a lo cual respondió, con evidente agresividad, que no disponía de medíos, y que el problema no era de su incumbencia. Para rematar su postura añadió: «El que no quiera viajar en estas condiciones, que se vaya en coche ... »

Con los billetes en la mano, el tren abarrotado y la necesidad de llegar a Madrid, intentamos buscar un sitio entre las maletas. No nos quedó más remedio que viajar en estas condiciones.

Era evidente el descontento de nuestros compañeros de viaje, por lo que recogimos un gran número de firmas de protesta que le adjuntamos con esta,carta.

«Papá, ven en tren», «tren, tranquilidad», «tren, comodidad», etcétera.

Un sinfín de slogans publicitarios que, de no saber lo que es la engañosa publicidad y el país en que nos movemos, nos harían soñar con los más cómodos y agradables viajesjamás realizados.

Nos preguntamos cómo un servicio «del Estado», patrimonio de todos, y al que contribuimos con tarifas muy considerables, no se preocupa de iniciar una reforma que ofrezcá un mayor respeto a lodos los viajeros (y no sólo en trenes de lujo) y responda a la dignidad, que toda persona se merece.