La "moda" de cortar el tráfico
En las últimas siete semanas fueron provocados en Madrid, y en sus pueblos del cinturón industrial, más de cien cortes de tráfico, como protesta, en unos casos, por problemas derivados del tráfico mismo, y, en otros, en un porcentaje altamente significativo, por problemas que nada tienen que ver con aquél, como sanidad, educación y vivienda.Evidentemente son escasas las posibilidades o los cauces de protesta actuales que tiene el ciudadano madrileño ante problemas importantes y no tratados hasta ahora seria y globalmente por la Administración. Y, evidentemente, también cortar el tráfico con barricadas humanas o materiales en una arteria circulatoria importante, descontadas sus consecuencias, es una medida eficaz de protesta y sensibilización de la opinión pública.
Cortar el tráfico por problemas graves derivados del tráfico mismo (repetición de accidentes mortales en puntos negros. como la M-30, la carretera nacional II, a su paso por Alcalá de Henares, ante la falta de semáforos o pasos elevados), puede ser justificable desde algún punto de vista. Lo que podría llegar a lindar con la irresponsabilidad, y ahí tendría que explicarse el Gobierno Civil, es la eclosión, de unos meses a esta parte, de manifestaciones y concentraciones para cortar el tráfico, muchas veces con apoyo de movimientos vecinales y ciudadanos, y sin permiso de la autoridad gubernativa, para protestar por problemas, generalmente, muy localizados en pequeñas comunidades (salvo algunas excepciones, como el problema planteado en Móstoles, donde murió un niño ante la falta de asistencia sanitaria) y que nada tiene que ver con el tráfico. Problemas relacionados con enseñanza, viviendas y falta de guarderías fueron motivos de un mes a esta parte para que se cortara el tráfico en zonas como Fuenlabrada, Parla, Zofio y otras que, paradójicamente, sólo perjudicaron a los propios vecinos de estos lugares que, por regla general, son los que están obligados a circular trabajosamente por cada zona respectiva.
Salvo en aisladas excepciones la autoridad gubernativa ha hecho la vista gorda ante esta serie de manifestaciones espontáneas (en ocasiones los vecinos han estado cortando el tráfico durante diez días seguidos en la misma calle), con posible quebranto de la legislación.
En cualquier caso, el continuo incremento de este tipo de demostraciones (la media viene a ser de dos-tres cortes diarios de tráfico en distintas zonas de Madrid y provincia), debe de ser un tema de meditación para unos y otros. La relación causa-efecto (los gigantescos embotellamientos que producen los cortes provocados consiguen solamente en la mayoría de los casos incrementar en tiempo la hora u hora y media diaria que pierden en ir a sus lugares de trabajo, o viceversa, miles de madrileños) es completamente desproporcionada y pone, aparentemente, al descubierto la falta de conciencia ciudadana de algunos.
Sin embargo, ante esta situación de hecho, cabe pensar que los vecinos han encontrado una fórmula eficaz para manifestarse pública y espontáneamente, que la Administración, incapaz de tomar la iniciativa, sólo responde cuando oye ruido, que las vías efectivas y autorizadas para manifestar públicamente una situación pueden estar agotadas, que los organismos ciudadanos (asociaciones de vecinos) no son capaces de dialogar eficazmente con la Administración y ofrecer soluciones o, simplemente, que estos organismos son olímpicamente ignorados por los responsables de la gestión pública.
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