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Guadalajara: última de feria

Una amplia muestra del peor toreo de nuestro tiempo

Afortunadamente no es el toreo, ni aun el más m ediocre de nuestra época, lo que vimos el domingo en Guadalajara. ¿Se puede plantear una corrida con semejante saldo de ganado, sin trapío, cojitranco, sospechosísimo de pitones? ¿Se puede torear peor?El supuesto artista de la terna, que era Roberto Domínguez, se pasó la tarde arqueando la pierna. Es habitual en este espada de todas las esperanzas (ya llevamos años de antesala) y muy pocas realidades: dobla la rodilla, arquea la pierna. Es esta postura torera, vaya que sí, pero resulta de echar la pierna adelante mientras que Domínguez compone la figura echando la pierna atrás (la que no arquea ni nada) Será para la foto, digo yo, pues otra finalidad no se le ve.

Plaza de Guadalajara

Ultima de feria. Casi lleno. Tres toros de María Lourdes Martín de Pérez Tabernero, sin trapío, fuerzas, ni casta. Cuarto y quinto de Camaligera, aquél con cuajo, mansos. Y sexto de Alipio Péréz Tabernero pequeño y flojo. Todos sospechosos de pitones. Paquirri: Estocada atravesada y dos descabellos (silencio). Pinchazo, estocada tendida y cinco descabellos (silencio). Roberto Domínguéz: Media delantera y caída, varias ruedas frenéticas de peones y tres descabellos (ovación y saludos). Pinchazo y otro descordando (silencio). Paco Alcalde: Media estocada y descabello (indiferencia). Pinchazo y se acuesta el toro (indiferencia).

Domingo Ortega, iun respeto! y tantos otros maestros, arqueaban la pierna. Era cargar la suerte, y aún más, para hacer dobla al toro sobre la rodilla. Lo tronchaban; iplis, plas, plus! hacían que crujieran los huesos de la res, la cual quedaba molida e hipnotizada en los vuelos escarlata de la muleta. Domínguez, empero, la suerte descarga, y lo único que se oye crujir es el propio menisco del artista.

Y que Dios le bendiga, porque si a toros como los del domingo en Guadalajara los cogen Domingo Ortega o los otros maestros aludidos, no es que les hagan crujir los huesos, sino que los parten en pedacitos, y luego se los meriendan, allí, en medio del ruedo, con una de aceitunas. De forma que muy bien Roberto Domínguez: descargar la suerte es su camino. Así anda: unas pinceladitas a pasa-torito, unos paseos, unos derechazos estirado (por no decir envarado) rematando delante (y no detrás de la cadera, cual manda la ortodoxia, y mucho arquear la pierna.

El que ya ni carga, ni descarga, ni arquea, ni nada que tenga fundamento es Paco Alcalde. Con el capote, unos telonacitos; con la muleta, unos toques por la cara, y a matar. Menos mal, porque así nos libera de la murga del unipase, en su personalísima versión, que ya sabemos cuál es. Su fuerte, sin embargo, siguen siendo las banderillas, y ahí, dicho sea con verdad, no abrevia. Por el contrario puede estar una tarde entera para colocar los tres pares. En los torículos de Alcalde el tercio de banderillas duraba más del doble que los otros dos juntos. La cuestión estaba en que los toreros de la cuadrilla llegaran a apar carle el animalíto donde le con venía, que aún no sabemos dónde es, y no podían, quizá porque no arrimaba el hombro Aurelio Calatayud, que es peón de burladero. Luego venía lo de reunir sin reunir y clavar sin clavar. Casi siempre quedaba un palo en la arena. O venía lo de pedir el cambio sin hacer la suerte, sencillamente porque no sabía cómo.

Sólo hubo un toro en la corrida, que fue para Paquirri. Casi tan mal banderillero como Alcalde; con la muleta, en cambio, marcó las distancias que le separan del colega. Justo las que van del torero al que no lo es. Lo que abrió plaza era un becerro que se caía; al cual apenas pudo torear. Al otro, que sobre su envergadura y seriedad de toro unía las características de probón y poca fijeza, lo dominó y se centró con él en dos series de derechazos, que instrumentó con valor, temple y mando. Después la fiera pasó a la defensiva y no admitió los intentos de toreo con la izquierda. Fue lo único torero de una corrida que parecía montada para acabar con los últimos restos de afición. La Liga Antitaurina no concebiría nada más eficaz para sus fines.

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