Cardenales progresistas y conservadores no encontrarán sustituto a Juan Pablo I
Un total de 110 cardenales entrarán el próximo día 14 de octubre en el consistorio del que habrá de salir un nuevo Papa. A juzgar por las tendencias fuertemente polarizadas en progresistas y conservadores que se manifestaron en los cardenales que eligieron al papa Luciani, la elección del nuevo Pontífice parece revestir todavía características de mayor dureza.
En vísperas del cónclave del papa Luciani, según los mejores observadores, entre ellos el experto de Newsweek, citado por Corriere della Sera, los 111 cardenales electores llegaron divididos en dos grandes grupos. Por un lado los innovadores, que eran una tercera parte, capaces de condicionar cualquier elección. Este grupo estaba capitaneado por el eje europeo Alfrink, Marty, Tarancón, Hume, Pellegrino y, el eje progresista de América Latina: Arms, Lorcheider, Duval y Cordeiro. El programa era claro: primado del Evangelio, sensibilidad con los «pobres», colegiabilidad de los obispos y abandono de la dimensión «temporal» de la Iglesia.En la parte opuesta se encontraba un grupo conservador, capitaneado por el cardenal Felici, con apoyo en los cardenales de la curia. Estos deseaban un Papa severo en la doctrina, con menos dudas que Pablo VI y que acabase con las aventuras del diálogo entre católicos y Marxistas, es decir, que pusiera un freno al «compromiso histórico» de Berlinguer.
Conocida esta postura, dieciséis de los veinte representantes de América Latina firmaron una carta pidiendo un Papa «no italiano». El inspirador de este grupo era el poderoso cardenal Koenig, arzobispo de Viena. Empezó en este punto el peligro de una auténtica lucha, que se evitó gracias a la habilidad del cardenal Benelli, el cual, por su experiencia de tantos años de Secretaría de Estado, y muy apreciado por los electores del Tercer Mundo, logró realizar un movimiento magistral.
Candidato sorpresa
A los progresistas que presentaban como candidato a Pironio, actual prefecto de la Congregación de Religiosos, pero una de las figuras, en los años pasados, de mayor prestigio y apertura pastoral en América Latina, Benelli presentó por sorpresa un candidato que pocos conocían, pero que podía recoger, por tratarse de una figura paradójica, el mayor número de consensos. Benelli presentó a Luciani, patriarca de Venecia, como a un verdadero pastor, de profunda fe tradicional.Muchos conservadores se convirtieron, pero no todos, como tampoco los progresistas. Esto lo demuestra la primera votación, en la cual Siri, que veinte años antes había sido el candidato de la derecha, obtuvo veinticinco votos. Le siguió Luciani, con veintitrés; el tercero fue el progresista de la curia Pignedoli, con dieciocho. Siguieron Baggio, con nueve: Koenig, ocho, Bertoli, cinco; Pironio, cuatro, y Felici y Lorscheider, con dos votos.
La segunda votación fue decisiva: los conservadores abandonaron a Siri y votaron a Luciani. El juego estaba hecho. Sólo diecisiete votaron hasta el final por Pignedoli. ¿Qué pasará esta vez? ¿Votarán por uno como Luciani todos los conservadores de la curia que habían abandonado a Siri? Todo depende de cómo hayan interpretado esta muerte repentina y el primer mes de este pontificado. ¿Tendrá esta vez Benelli la misma fuerza que la otra vez para evitar un choque entre los dos grupos?
Maniobras inaccesibles
Una cosa es cierta: esta vez las maniobras serán aún más inaccesibles a la opinión pública y a los medios de comunicación social. Dicen que lo que más ayudó al papa Luciani fue el hecho de que la prensa nunca habló de él, y que en las reuniones de cardenales apenas habló nunca y se mostró siempre muy humilde. Por eso, esta vez los que se sienten candidatos no abrirán la boca. Si se mantiene en el próximo, cónclave el criterio de elegir a un cardenal «con fuerzas», para que no se les muera pronto, pastoral, pero con experiencia de curia y que sea italiano, el abanico de candidatos se presenta muy pequeño. Tendría muchas posibilidades el cardenal Benelli, gran conocedor de la curia y de la diplomacia, de los idiomas y con gran experiencia pastoral, pues es el arzobispo de una de las diócesis más importantes de Italia: Florencia. Es conservador en Italia y progresista en el extranjero. Tiene una capacidad de trabajo increíble.
Otro italiano, pero más innova dar, es Salvatore Pappalardo, actual arzobispo de Palermo. Es joven, alegre, gran paladín del diálogo con el mundo moderno y un fino diplomático, pues desde muy joven estuvo en la Secretaría de Estado y, después, Pablo VI lo envió a la nunciatura de Indonésia en los años críticos de la guerra de Vietnam.
Hombres como Pignedoli, Bertoli y Baggio, en este cónclave, tendrán el problema de no poseer experiencia pastoral directa. De los italianos pastoralistas, como Poma, Pellegrino o Poletti, existe el problema de que no han tenido ex periencia directa en la curia. Un cardenal no italiano, pero que es de origen italiano y que reúne las dos condiciones es Pironio. Es también una figura muy evangélica y un progresista «moderado».
Si los cardenales cambiasen de nuevo los criterios que les inspiraron la vez anterior, podría haber de nuevo grandes sorpresas. Por ahora estamos sólo en el campo de las primeras hipótesis.
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