La nueva ola terrorista preocupa al Gobierno italiano
La nueva ola de violencia en toda Italia empieza de nuevo a preocupar al Gobierno. Se dispara y se hacen estallar bombas en Milán, Roma y Turín, las tres ciudades de mayores tensiones políticas y sociales. La etiqueta de los terroristas tiene como siempre dos colores: rojo y negro. Disparan las Brigadas Rojas y disparan los fascistas. Pero las víctimas importan poco: interesa sólo la acumulación de cadáveres y el miedo.
En Turín muere acribillado por las Brigadas Rojas un obrero que deja dos hijas jóvenes; en Roma cae bajo las balas fascistas un joven que estaba viendo la cartelera del cine para ir a celebrar con su novia el éxito de unas oposiciones. Resultó que sus padres eran fascistas y él ni siquiera estaba inscrito al Partido Comunista. Pero, como advierte Repubblica, es la misma mano la que tira de los hilos porque «las macabras marionetas brigadistas y fascistas tienen un mismo cerebro». Todas las fuerzas políticas democrática están de acuerdo en que esta nueva racha de violencia tiene un fin bien claro: evitar que los comunistas puedan entrar en el Gobierno; empujar a los socialistas a la ruptura con los comunistas caminando hacia una socialdemocracia alemana y acercarse a una Democracia Cristiana en la cual tenga mayor peso Fanfani con una vuelta al viejo integrismo de la doctrina social de la Iglesia.Moro ya desapareció de la escena. Zaccagnini, que lucha con todas sus fuerzas para no interrumpir el diálogo con los comunistas, se ve cada día más acosado. En estos momentos, por vez primera después de sus triunfos como secretario carismático, se ve en dificultades. La vuelta de Fanfani a la escena política, el hecho de que el candidato presentado por la secretaría para la sucesión de Piccoli como presidente de los diputados de su partido, el vicesecretario Galloni, haya sido votado con poquísimo margen de votos y, sobre todo, el hecho de que está para nombrar vicesecretario del partido al anticomunista y rebelde ministro de Industria Donat Cattin, jefe del grupo de Force Nuove, ha hecho reaccionar al grupo de Base, que es el más abierto al diálogo con los comunistas. Los comunistas han respondido a Fanfani con, una dureza que habían ya abandonado. El dirigente Macaluso, en L'Unita, afirma: «Nadie piense que para evitar lo peor nuestro partido se resIgnará a lo peor.» Se intenta, dice L'Unita, «romper a través de potentes fuerzas nacionales e internacionales un proceso de acercamiento y de unidad de todas las fuerzas democráticas empeñadas en hacer caminar a Italia por un camino inexplorado y nuevo».
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