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El colegio Daoiz y Velarde comienza el curso sin suficientes instalaciones

Mañana, cuando oficialmente comiencen las clases de Enseñanza General Básica en prácticamente todos los colegios de España, en el «Daoiz y Velarde», de Alcalá de Henares, seguramente no sucederá lo mismo. Las deficiencias denunciadas por los padres de los alumnos a lo largo del curso pasado siguen existiendo, a pesar de las promesas que éstos recibieron de las autoridades ministeriales de que para el curso 1978-79 no existiría ningún problema.Las deficiencias señaladas por los padres durante el curso pasado se referían, fundamentalmente, a la inexistencia del reglamentario patio de recreo en el colegio, situado en la calle Daoiz y Velarde -que da nombre al colegio- Por ello fue construido un nuevo edificio en la calle del Infantado, que, a poco de entrar en funcionamiento, ya se quedó pequeño. Por ello se emprendieron unas obras de ampliación -consistentes, fundamentalmente, en la construcción de una. nueva planta-, que habrían de haber concluido el día 15 de este mes. Las obras de ampliación no se han dado por terminadas y, como consecuencia, el patio que debería destinarse al esparcimiento de los alumnos está ocupado por los escombros procedentes de las mismas.

Paralelamente, el antiguo edificio del colegio «Daoiz y Velarde» -sin patio de recreo- se ha convertido, por arte del ministerio, en un nuevo centro escolar, denominado «Juan I» . Evidentemente, los niños que acudan a este nuevo colegio no tendrán las instalaciones previstas por la ley. Pero tampoco las tendrán los que hayan pasado al nuevo «Daoiz y Velarde», ya que su patio está ocupado por escombros. Además, el antiguo edificio está, según aseguró a EL PAIS un grupo de padres, en unas condiciones de habitabilidad que distan mucho de ser las idóneas para un centro educacional.

Consecuencia de todo esto es que las previsiones de plazas disponibles en el nuevo colegio de la calle del Infantado se han visto desbordadas, con lo que son muchos los niños que corren el riesgo de quedarse sin un lugar en el que estudiar. El subdelegado del ministerio en Alcalá ha encontrado una fórmula para que esto no ocurra: los niños que sobren del nuevo edificio se verán trasladados, aunque de esto todavía no tienen ni idea los propios padres, al antiguo edificio: sin patio, en pobres condiciones de habitabilídad y situado en una de las vías públicas de mayor circulación de la ciudad.

Los padres de los alumnos del colegio que han llegado a enterarse de estos problemas que han surgido antes de empezar el curso -no más allá del 10%- han intentado toda clase de gestiones oficiales, bien ante el Ayuntamiento, la Subdelegación del Ministerio o el propio Ministerio. La respuesta ha sido, en todos los casos, la misma: el problema se solucionará -aunque nadie sabe cuándo- o más altas instancias han de resolver.

Además, en el caso de que en este colegio no hubiera problemas, la desodentación de los padres sería absoluta: no existe un director del centro que haya sido oficialmente nombrado. Puede que, como consecuencia de ello, nadie esté en disposición de señalar cuáles han de ser los maestros que se encarguen de la educación de los niños, ni qué libros de texto han de emplear, ni cuáles han de ser las orientaciones pedagógicas a regir durante el curso que mañana comienza.

Sólo una pequeña parte de los padres está enterada del problema; el resto habrá de enterarse mañana cuando, a las nueve de la mañana, intente llevar a sus hijos, por primera vez en el curso, al colegio.

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