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Polémica entre socialistas y comunistas franceses sobre la ampliación de la CEE

Insultos y acusaciones de «traidores», «estalinistas», «vendidos al capitalismo», «auxiliares del gran capital», salpicados con pérdida de la sangre fría, y abundantes recursos a la injuria, fueron, ayer, el último acto de la guerra ideológica activa entre el Partido Comunista francés (PCF) y el Partido Socialista (PS), que, ahora, también utiliza el fuego cruzado del ingreso de España, Portugal y Grecia en la Comunidad Económica Europea (CEE) como arma política arrojadiza.

Ayer LiHumanité, órgano de expresión del Comité Central del PCE publicó un editorial firmado por el Bureau político del partido que con una dureza nada común, utilizaba tres argumentos centrales para demostrar que el PS y la izquierda no comunista son «auxiliares del gran capital para afrontar la crisis del mundo capitalista ».

El primer argumento es bien conocido, desde hace exactamente un año, cuando, en la primera quincena de agosto del 77, empezó a utilizarlo agresivamente el secretario general del PCF, Georges Marchais: los socialistas franceses habían premeditado romper la Unión de la Izquierda para, más tarde, «aliarse con el capitalismo».

Frente a ese argumento, Gilles Martinet, en nombre del PS, responde que «sin Marchais, la Izquierda estaría gobernando ahora en Francia».

El recurso de la derecha

El segundo argumento comunista es estimar que la colaboración de Robert Fabre, ex presidente del Movimiento de los Radicales de Izquierda (MRG), con el presidente de la República pone de manifiesto que el proyecto de los socialistas franceses es «ser el recurso de la derecha para continuar la política de austeridad de la gran burguesía».A este respecto, los socialistas son terminantes y, a través de Gilles Martinent, denuncian: «el PCF reanuda sus prácticas en la más pura tradición estaliniana».

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El argumento final añade cierta sofisticación a esta guerra. Según el PCF, la defensa de la extensión de la CEE, y del ingreso de España, Portugal Y Grecia es «nuevo elemento de juicio» para entender el «viraje a la derecha de los socialista».

La respuesta de Gilles Martinet estima que «el PCF no contradice solamente la posición de los partidos socialistas de la CEE, sino que se opone a la de los comunistas de Italia y España». Subraya que el PCF ha escogido lanzar una campaña, cuyo objetivo es impedir la constitución de un frente común del movimiento obrero europeo».

Estas estimaciones coinciden con las de Manuel Azcárate, responsable de las relaciones internacionales del PCE, que, el viernes pasado, en unas declaraciones que recogía el semanario socialista Le Nouvel Observateur, estimaba que las posiciones del PCF perjudicaban y eran nocivas para toda la izquierda europea.

La polémica comunista-socialista, la «movilización nacional» comunista contra el ingreso de España en la CEE, han extendido sus tentáculos de incidencia ideológica a otros campos: estrategia europea de los partidos comunistas y socialistas, ascendencia poderosa de una política de bloques ideológicos nacionalistas, acusaciones muy duras que socavan minuciosamente proyectos de colaboración entre «partidos hermanos» y poner en duda la idea de una izquierda unida.

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