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Incidentes y suspensión de una misa por las víctimas del Cuartel de la Montaña

Una misa organizada por Falange Española de las JONS en la iglesia de los padres Carmelitas de la plaza de España de Madrid fue suspendida ayer, en medio de un gran alboroto protagonizado por los asistentes, y tras retirarse el sacerdote oficiante.Según declaraciones del sacristán de la iglesia a la agencia Europa Press, la misa había sido encargada en sufragio de un señor que se llamaba Angel y que en sus anotaciones no figuraba el apellido, como no suele figurar nunca.

Cuando el padre Peña salió al altar a oficiar la misa, y al contemplar en la iglesia unas 250 personas, algunas de ellas con camisa azul y emblema de Falange, dijo que la intención de la misa era por el alma de Angel. En ese momento, uno de los asistentes subió al presbiterio y tomó uno de los micrófonos con intención de dirigirse a los asistentes. Cuando el sacerdote comenzó a rezar los kyries, al decir «perdónanos señor», los asistentes comenzaron a decir: «A quién? ¿A nosotros?» En ese momento, la mayoría de los presentes comenzaron a gritar: «Vámonos», momento en el que el sacerdote se retiró, mientras algunos de los presentes le llamaban «traidor y rojo».

A continuación, Raimundo Fernández-Cuesta y Luis Rivero Zapater, este último presidente de la Hermandad del Cuartel de la Montaña, depositaron una corona de laurel en el monumento a los Caídos. Se rezó una oración en memoria de los caídos, y los asistentes -unas doscientas personas- cantaron el Cara al Sol, para después dispersarse.

Por su parte, FE de las JONS ha hecho pública una nota en la que afirma que alrededor de un millar de personas conmemoraron la gesta del Cuartel de la Montaña y que el sacerdote, «antes de comenzar las preces, pronunció unas palabras diciendo que la misa no sería aplicada por las intenciones de los asistentes. Estas palabras -dice la nota- fueron interpretadas por algunos como una provocación y se produjeron protestas entre los Fieles. Los mandos de FE -prosiguen- impusieron orden y silencio, pese a lo cual el oficiante se retiró a la sacristía sin celebrar el santo sacrificio».

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