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Europa unificará su moneda

«De los cinco consejos europeos en los que he participado, éste ha side, el más importante», declaró Roy Jenkins, presidente de la Comisión Europea, al término de la «cumbre» de la CEE, reunida durante dos días en la ciudad de Bremen. La aseveración resume el primer éxito de las tesis del canciller de la República Federal de Alemania, Helmut Schmidt, que ha convencido a la mayoría de países de la CEE -con la salvedad de británicos e italianos, que mantienen sus reservas- de la necesidad de implantar el orden en el mercado monetario europeo como condición previa imprenscindible para alcanzar un desarrollo económico positivo.

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La decisión de principio y el programa específico de dotar a la CEE de un embrión de «moneda europea», el ECU (European Concurrency Unite), que conduzca a la formación Final, en el plazo máximo de dos años, de un Fondo Monetario Europeo, es un paso Importante para constituir un frente monetario europeo común frente al dólar.«Los efectos del nuevo sistema ante el dólar sólo pueden ser positivos para la divisa norteamericana, porque contribuirán a su estabilización», declaró Schmidt, desmintiendo las insinuaciones de que se intentaba erigir una barrera contra el dólar. El canciller germano agregó que esta iniciativa monetaria del eje Bonn-París «había sido previamente consultada con Carter, quien expresó estar de acuerdo, en principio, con ella».

Sin respaldo inglés

Por motivos de concepción europea y condicionantes electorales (Gran Bretaña celebra comicios generales el próximo octubre), James Callaghan no respalda -aunque no se opone- el proyecto franco-alemán de la futura «zona marco». Por temor, o acaso a la espera de compensaciones posteriores en otros sectores, Gulio Andreotti tampoco aceptó comprometerse en Bremen.

«Es un proyecto abierto, al que podrán incorporarse otros países e incluso asociarse monedas de países europeos exteriores a la CEE», manifestó el canciller Schmidt. Sin excluir, naturalmente, a las divisas de los tres Estados candidatos a ingresar en, la Comunidad: Grecia, Portugal y España.

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Francia y Alemania convencieron a Europa de la necesidad de la unidad monetaria

(Viene de la primera página)

Los dirigentes de los nueve países de la Comunidad Económica Europea, reunidos durante los dos últimos días en la ciudad germana de Bremen, han cubierto un importante paso en el camino de la estrategia común frente a la crisis económica mundial, consolidando un primer avance de unificación monetaria en su calendario inmediato. Cuatro de estos dirigentes plantearán, la próxima semana, en Bonn, las tesis europeas ante Estados Unidos, Canadá y Japón. Sobre las últimas horas de debate y sus conclusiones, los corresponsales de EL PAIS en Bonn, Julio Sierra, y Bruselas, Ramón Vilaró, desplazados a Bremen, junto a Enrique Badia, enviado especial, han elaborado la siguiente información.

Los ministros de Economía y Finanzas de la CEE concretarán los mecanismos específicos del nuevo sistema monetario europeo, en sus sesiones del próximo 24 de este mismo mes, en Bruselas. El Consejo Europeo de Jefes de Estado o de Gobierno de los «nueve» lo aprobaría formalmente en su reunión de los días 4 y 5 de diciembre de este año, también en Bruselas. Las primeras modalidades entrarían en funcionamiento a primeros de 1979.

El Sistema Monetario Europeo (SME) sería, por lo menos, tan estricto como la actual serpiente monetaria, en la que flotan cinco divisas fuertes de la CEE, con oscilaciones máximas del 2,25 %. Dicho margen se ampliaría hasta el cuatro ó 5 %, para facilitar a las restantes divisas débiles (franco, libra y lira) el mantenimiento de cierta disciplina monetaria.

La Unidad Monetaria Europea, que recibirá el indicado nombre de ECU, será el pilar del nuevo sistema. Su definición será idéntica a la actualmente practicada para los reglarrientos agrícolas de la CEE, basada en una «cesta» de las divisas de la Comunidad.

El fondo inicial del Sistema Monetario Europeo, destinado a los bancos centrales de la CEE, se constituirá con el depósito del 20% de las reservas de cada uno de los países participantes, en oro y dólares USA, por una parte, y divisas nacionales respectivas, por la otra, en porcentajes iguales. «La aportación común de 25.000 millones de dólares, en oroY dólares, y otros 25.000 millones en divisas europeas, dará un fondo de reservas propias equivalentes a 50.000 millones de dólares (cuatro billones de pesetas), cantidad superior a los propios recursos del Fondo Monetario Internacional», manifestó Roy Jenkins, cifrando los pronósticos que al respecto se barajan en la actualidad.

En el plazo de dos años de funcionamiento, es decir para 1981, se crearía el propio Fondo Monetario Europeo, destinado a contribuir a la cohesión entre monedas participantes contra la especulación exterior -hoy provocada por la caída en las cotizaciones del dólar- y, sobre todo, para la concesión de préstamos a los países participantes con dificultades económicas.

Este paso importante en materia monetaria debería facilitar «una acción común con vistas a lograr un aumento sensible del crecimiento económico y reducir así el paro en Europa, al tiempo que se mantiene la lucha contra la inflación», cita textualmente el comunicado final de la cumbre de Bremen, sin entrar en detalles de índices de crecimiento específicos, que serán mo delados «en función del margen de maniobra económica de cada Estado miembro».

Otros aspectos capitales vincu lados al programa monetario pa san por el sector energético. Lo «nueve» insistirán en Bonn, du rante el próximo fin de semana para que Estados Unidos reduzca su consumo interior e importaciones de petróleo, como elemento sustancial para reducir su déficit de balanza de pagos y evitar una continuación de la baja del dólar. A nivel interno, los «nueve» se fijan como objetivos para 1985 una reducción al 50% de su dependencia exterior energética, la rebaja de importaciones de petróleo y el límite al 0,8% de relación entre los incrementos de consumo energético y el índice de crecimiento de su Producción Interior Bruta (PIB); proyectos que, como señaló el propio Schmidt, y a pesar de la manifestación antinuclear celebrada la primera noche de la conferencia en los alrededores del Ayuntamiento de Bremen -sede de los debates-, «supone un estímulo al desarrollo del sector energético nuclear».

Medidas contra el paro juvenil, apoyo a la reforma del desarrollo de la política agrícola mediterránea de la CEE, negociaciones comerciales multilaterales con el GATT, balance de intercambios con Japón, relaciones con países en vías de desarrollo, sectores industriales en crisis y lucha contra los peligros de contaminación marítima, cerraron el temario de la cumbre de Bremen, sin duda una de las más positivas de los últimos años.

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