"El consenso, políticamente, es válido y valioso"
«La divulgación de la palabra consenso a través de su incesante empleo y la voluntad de consenso, no son mero azar ni simple novedad ni mimetismo», afirmó ayer Antonio Hernández Gil, presidente de las Cortes españolas, en una conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI, dentro del ciclo Constitución, economía y regiones. El presidente de las Cortes abordó en su conferencia, titulada Neutralidad y Consenso, el estudio exhaustivo del tema y del problema del consenso desde «la obligada neutralidad científica y la voluntaria neutralidad política».Tras afirmar que las prácticas concretas del consenso político y las formas de acceder a él son discutibles, el conferenciante manifestó: «Afirmo, incluso exalto, el espíritu y el clima del consenso, en general, y en la concreta circunstancia histórica española.» El señor Hernández Gil, antes de enumerar las características del espíritu del consenso y su entorno, hizo un largo recorrido histórico para explicar este fenómeno desde el lenguaje, el derecho, la filosofía y la sociología. Los precedentes y los fundamentos de la palabra consenso en los ámbitos lingüístico, jurídico, filosófico y sociológico, importaba señalarlos -precisó el conferenciante- «porque la palabra consenso podría parecer una recién nacida, una invención improvisada, cuando la verdad es que cuando aflora en el lenguaje tiene una larga gestación».
Dentro del ámbito de la política -el conferenciante matizó que abordaba este punto «con un pie en la ciencia y otro en la política»- el presidente de las Cortes manifestó que el consenso, en cuanto espíritu y actividad, es un comportamiento políticamente válido y valioso, en general, y, sobe todo, en la concreta circunstancia histórica española caracterizada por la apertura de un proceso democrático y de gradual adentramiento en el mismo hasta Regar a la legalidad y a la realidad democrática totales. Por otra parte, Y siempre en el ámbito político, el consenso puede patrocinarse desde instancias ideológicas y desde una posición neutral sin abdicar de las ideologías ni de la neutralidad y su aceptación como espíritu, actitud y predisposición no significa aceptar cualquier forma concreta de consecución del consenso.
Según esta explicación, el consenso se caracteriza por la pérdida del absolutismo implacable e inmovilista de las nociones de voluntad general y soberanía, con la consiguiente flexibilización de una y otra; el no sometimiento estricto de todas las posiciones de conflicto a la decisión de la mayoría, y menos cuando se trata de una mayoría retrospectiva; la ponderación del valor de las circunstancias como factores de la acción política ante las que han de plegarse y ceder los rígidos dogmatismos, sobre todo en lo que puedan ser utópicos; el reconocimiento de que existen intereses comunes y superiores a los intereses y a los puntos de vista particulares, y la existencia efectiva de unas fuerzas sociales y corrientes de opinión que no siempre se identifican con las posiciones de los partidos ni quedan absorbidas por ellos.
Finalmente, el señor Hernández Gil, tras negar que consenso y cambio se excluyan, ya que el consenso es la respuesta al conflicto, manifestó que «la diferencia más señalada que encuentro entre la España de hoy y la de otras épocas -no sólo de la inmediatamente anterior- es que, dentro del pluralismo político, hay un a voluntad y un espíritu de consenso».
Neutralidad y Gobierno monocolor
«La neutralidad no se da sólo porque en un Gobierno haya variedad de tendencias. Un Gobierno monocolor puede ser neutral.» Esta fue la única respuesta con cierto contenido político que lograron arrancarle al señor Hernández Gil a lo largo de una extensa rueda de preguntas durante la cena que tuvo lugar tras su conferencia.Se le había preguntado al señor Hernández Gil si no se lograría mejor el consenso definitivo con un referéndum convocado por un Gobierno pluralista. En general, la mayoría de las preguntas contuvieron críticas o reticencias hacia la formulación actual del consenso y estuvieron formuladas en muchos casos por representantes de opciones políticas marginadas en las elecciones o políticos apartados por el juego del poder.
El señor Hernández Gil recordó su condición de neutralidad en cuanto presidente de las Cortes, y afirmó que «así como no he tenido ningún pasado político, tampoco pretendo tener ningún futuro político».
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