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Rotunda oposición de gaullistas y comunistas al initreso de España en la Comunidad Económica Europea

Los gauilistas y los comunistas han manifestado, de la manera más radical y ostensible, su hostilidad a la entrada de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), resptndiendo así a las buenas disposiciones oficiales ostentadas por el presidente francés, Valery Giscard d'Estaing, durante su visita oficial de la semana última. Los socialistas, más cautos y ambiguos, en el fondo tampoco se alinean a las declaraciones gubernamentales.

La entrada de España en la CEE «sería un profundo error», afirmó el presidente de la Unión por la República (RPR), el gaullísta Jacques Chirac. Esta nueva manifestación de hostilidad a la adhesión española estuvo rodeada de toda clase de lujos: ante 6.000 delegados del RPR de las regiones vinícolas del Sur, en Castelnaudary, capital de los vinos y de los agrios, a los que teóricamente afectaría la competencia de los productos hispanos, durante la celebración de una kermesse organizada por los gaullistas, el señor Chirac respondió ampliamente a los propósitos que a lo largo de la semana última hizo patentes el presidente de la República en Madrid: «En la hipótesis de que España entrara en el Mercado Común, se diga ¡o que se diga y se haga lo que se haga, ya no podremos oponernos a la invasión de nuestro territorio por los vinos y las legumbres de países como España, que se desarrolla de manera prodigiosa y se está convirtiendo en un competidor serio debido a sus costes de producción y a la calldad de sus productos.»«Nosotros, los franceses, ya no tendríamos ninguna posibilidad de luchar contra esta competitividad incontrolada», aseguró. A continuación, el señor Chirac desafió prácticamente a todos los partidos políticos a que se definan sobre el particular. Y estimó, además, que como consecuencia de la ampliación de la Comunidad, de seis a nueve miembros, «se observa un bloqueo completo de la CEE» y, naturalmente, en su opinion, «si mañana hubiese cuatro miembros más (España, Portugal, Grecia y Turquía) llegaríamos a una parálisis total del sistema. Esto sería el final de todas nuestras ambiciones europeas», concluyó.

En el rnismo sentido, ayer, La Lettre de la Nation, órgano diario del RPR, en su editorial reincidía en la cuestión de la entrada de España en el Mercado Común. El editorialista advertía solemnemente al presidente de la República sobre las consecuencias nefastas, legales y constitucionales, que pudiese acarrear un apoyo francés a la adhesión española En su opinión, el asunto de ampliación de la Comunidad debe ser consecuencia de una ley o, en último caso, de un referéndum.

En cualquier caso -recuerda el editorialista del RPR- «será necesario encontrar una mayoría en la Asamblea si se tratase de una ley, o en el pueblo si se recurriera al referéndum. En boca de los gauilistas, esta disgresión legalista adquiere la dimensión de una amenaza política. Es menester tener en cuenta que en este caso de la adhesión española a la Comunidad, como en otros aspectos de política africana o de Política interna (economía o rechazo de la ley proporcional para las elecciones municipales en las ciudades de rnás de 30.000 habitantes), el líder de los gaullistas paso a paso, responde al presidente en térininos que configuran poco a poco otra política interior y exterior.

Espectacular pronunciamiento del PCF

Los comunistas, por su lado, que no dejaron de poner los puntos sobre las íes a lo largo de la visita oficial del jefe del Estado francés, ayer se desmelenaron espectacularmente para «conmemorar» el final del viaje. En la primera página de su diario, L'Humanité, a tres columnas, uno de los hombres más poderosos de la dirección actual, considerado como el más «duro» entre los que aún no se han liberado de la mentalidad estalinista, Gaston Plissonier, escribía: «Si se realizase semejante proyecto (la entrada de España en la CEE), se producirían consecuencias desastrosas para los labradores franceses, para el equilibrio económico de Francia.»

La actitud de comunistas y oaullistas (48 % del cuerpo electoral) no es nueva. Desde hace varios meses, a lo largo de toda la canipaña electoral que precedió a los conilcios legislativos de marzo último, mantuvieron este compronliso ante sus electores. Pero las inismas palabras, la misma liostilidad, en el momento en que el presidente de la República dice lo contrario en Madrid, adquiere caracteres inucho más significativos. La posición de los socialistas es niás difícilmente calibrable en esto, momentos, debido al cuarteamiento de su dirección en cuatro corrientes más o menos diferentes. Pero, en cualquier caso ninguna de ellas defiende sin complejos la ampliación del Mercado Común y, sobre todo. la incorporación del nuevo eventual mienibro, España, porque es el mas peligroso a causa de su competitividad.

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