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Gran atención en París a los contactos con la oposición española

Al final de la visita oficial del presidente francés, Valery Giscard d'Estaing a España, «la confianza se ha restablecido entre París y Madrid», estima la opinión de este país, aunque no en todos los casos con igual convicción. Las relaciones económicas se espera inicien una etapa de cooperación más positiva para la balanza francesa.La actitud francesa frente a la adhesión española a la CEE se ha clarificado por parte de las autoridades oficiales, pero los problemas siguen en pie y comunistas y gaullistas, especialmente, no han sido sensibilizados en apariencia. Por fin, los contactos entre la Oposición española y el presidente galo ha constituido, para los franceses, el elemento más espectacular, por las hipotéticas repercusiones que pudiese tener en la política interior.

La compra de los 48 aviones Mirage y de los aviones Alrbús por Iberia «es el primer gesto europeo de España», resaltaban anteayer los círculos económicos y financieros de París. En los medios diplomáticos del Qual d'Orsay (Ministerio de Asuntos Exteriores) se hace la misma interpretación de la «voluntad europea de España», que, en su opinión, debiera manifesarse «comprando europeo (léase francés) y no americano».

La cuestión de la entrada de España en el Mercado Común se ha seguido en Francia hora por hora. Cada palabra del presidente, como las declaraciones de los políticos españoles o los comentarios de la prensa de Madrid han sido objeto de un cariño muy especial. ¿En qué medida el apoyo francés confirmado explícitamente por el presidente ha modificado el clima reticente y hostil de la opinión y de los diversos grupos de intereses galos? En un primer momento nadie ha cambiado aquí de manera de pensar, aunque se conviene en que los problemas técnicos se han planteado abierta y oficialmente, de tú a tú (sin olvidar el testigo ausente: Washington). y que, indudablemente, el señor Giscard d'Estaing, en-tanto que presidente de la República, ejercerá un peso sobre su opinión a más o menos largo plazo. Los comunistas. que aún ayer reincidían en un editorial anunciando la eventual entrada de España en la CEE como la «importación de la míseria» para los agricultores franceses, han redoblado durante estos días sus ataques y advertencias: «Los franceses saben bien, de Pascal a esta parte, que lo que es verdad de este lado de los Pirineos es un error del otro lado.» Así se expresaba ayer el diario del PCF, L'Humanite, para denunciar por enésima vez las «graves consecuencias que implicaría para los labradores y trabajadores franceses la entrada de España en la Comunidad». Los gauilistas tampoco se han declarado afectados por la cruzada del señor Giscard d'Estaing.

De manera i nmediata, lajuerga que más ha sensibilizado a la opinión gala ha sido el álbum fotográfico que todos los medios de difusión han presentado al país, con Santiago Carrillo saludando al Rey, a la Reina, al presidente, a la presidenta. El señor Giscard, si lo había calculado de antemano, como es de suponer, puede considerarse totalmente satisfecho: el modelo español de distensión política ha gozado de la mejor prensa aquí. Las frases del líder comunista, como las de Felipe González, símbolo del consenso hispano, así como el álbum fotográfico ya referido, durante cuatro días, se las han encontrado en la sopa (es un decir) los señores Mitterrand y Marcháis, o sus allegados (el líder comunista está de vacaciones en Rumania). «De todas las naciones europeas, Francia continúa siendo un arcaísmo del siglo XIX», comentaba incluso un diario izquierdista al evocar al «pobre Giscard bailando al ritmo del consenso español para ver si contagiaba a todos los Marchais de la política francesa».

Por lo demás, la frase del señor Carrillo «sólo quedan Pirineos entre los dos partidos comunistas», les ha sentado como un tiro a sus colegas galos. Ayer, a esta «deciaración excesiva, aunque circunstancial» le respondían recordándole «la solidaridad que ha mantenido el PCF con el pueblo español desde hace más de cuarenta años».

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