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Felipe González y Carrillo hacen balance del último año

Felipe González, primer secretario del PSOE, en una entrevista que publica El Socialista, y Santiago Carrillo. secretario general del PCE, en un artículo que aparecerá en el próximo número de Mundo Obrero, hacen balance del año transcurrido desde el 15 de junio de 1977, fecha de las primeras elecciones generales. Los dirigentes de los dos partidos más importantes de izquierda juzgan positivo, en general, el año transcurrido, aunque no ocultan los indudables aspectos negativos, entre los que destacan el retraso de las elecciones municipales.El primer secretario del PSOE resalta el desplazamiento que se viene produciendo en la intención de voto hacia el Partido Socialista, la superación a nivel popular de algunos temores frente a la experiencia democrática y la indudable consolidación del proceso democrático, con todos los matices que se quiera.

Felipe González, que juzga los pactos de la Moncloa, en conjunto, como los más realistas de los posibles, si se tiene en cuenta la relación de fuerzas en la sociedad, considera que, no obstante el deseo claro de la derecha de cerrar la acción de un Gobierno de izquierdas a través de una Constitución que impida las reformas necesarias, el texto constitucional que está resultando empieza a ser aceptable desde la óptica de la izquierda.

Respecto al supuesto desencanto que parece observarse en una parte del pueblo español el primer secretario del PSOE no cree que pueda achacarse al proceso democrático, «sino a la relativa falta de eficacia del Gobierno en el cumplimiento de sus funciones».

Santiago Carrillo, por su parte, defiende con firmeza la política de consenso que ha venido a sustituir al Gobierno de concentración democrática que los comunistas habían propuesto como fórmula más adecuada para la actual situación de cambio de un régimen a otro.

De no haber política de concentración, se pregunta el secretario del PCE, ¿qué política podría haber en la España real y no en la imaginaria que algunos se fabrican? Resulta fácil imaginarlo, responde, la transición sería, en tales condiciones, la línea más corta entre la dictadura y la involución.

Carrillo considera que la Constitución de consenso que se está elaborando es válida, en cuanto que ofrece «unas reglas dejuego que sirvan para que nos desenvolvamos todos, reglas que reconozcan los derechos de todos y que dejen camino abierto al avance social ya la democratización del Estado».

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Como aspectos negativos, Santiago Carillo enumera, aparte del retraso de las elecciones locales, el hecho de no haberse entregado a los nuevos sindicatos democráticos los bienes de los sindicatos verticales, la presión de una parte del empresariado para enrarecer la situación social, la impunidad en que desenvuelven sus actividades subversivas los grupos de la ultraderecha y el afan hegemonista de UCD y del PSOE.

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