Fracaso en la sexta ronda de negociaciones con la EFTA

Mientras la prensa helvética ha venido informando extensamente en estos últimos días sobre los estudios concretos llevados a cabo en Lisboa por una comisión mixta suizo-portuguesa, para el incremento del intercambio comercial dentro del marco de la EFTA (Asociación Europea de Libre Cambio), las negociaciones entre España y la EFTA prácticamente no han llamado la atención periodística, no por el habitual hermetismo noticioso de los negociadores, sino porque este sexto período se ha caracterizado por la pobreza de los progresos alcanzados.

A menos de una semana del consejo ejecativo de la EFTA a nivel ministerial, donde el estado actual de las negociaciones con España ocupará un lugar prioritario, la delegación española, en la tarde de ayer, se negó a afirmar o desmentir los rumores según los cuales «han surgido nuevas divergencias», y las distintas posiciones de los países de la EFTA y España sobre reducción de tarifas aduaneras para los productos industriales y agrícolas se encontrarían bloqueadas.De acuerdo con el calendario fijado por los negociadores, ayer debió efectuarse una reunión plenaria que no se realizó, y sobre la cual nadie daba seguridades que se celebrara en el día de hoy. Mientras tanto, las comisiones de trabajo han continuado reunidas, sin que exista versión oficial sobre lo que está ocurriendo.

La ausencia de un titular en la delegación española, que preside Luis Casanova, subdirector de Relaciones Económicas Internacionales (del Ministerio de Asuntos Exteriores), a cuatro días de haberse iniciado esta sexta ronda, que terminará presumiblemente hoy viernes, sigue dando la impresión a los embajadores de los siete países de la EFTA de que España «no tiene realmente un gran interés en concluir un acuerdo tan rápidamente».

Por otra parte, de fuentes oficiosas se supo ayer que uno de los países «más activos en estas negociaciones», que no puede ser otro que Suiza, se habría sumado al escepticismo ya demostrado por Portugal y Suecia.

Los problemas respecto a la composición de la delegación española derivan de la sustitición del director general de Relaciones Económicas Internacionales, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, y de que el nuevo titular -que debería presidir teóricamente la delegación- no acudió a Ginebra.