"La verdadera religión es hallar a Dios en el corazón de los hombres"
«La verdadera religión es encontrar a Dios en el corazón de los hombres.» Esta fue casi la primera frase con que nos recibió el swami (maestro) Vishnu Devananda, fundador de la asociación de Yoga Sivananda. Un hindú bajo, tremendamente activo, risueño y gesticulante. Nada más alejado de la imagen grave y algo siniestra de ciertos santones, o de la mística y bondadosa de otros.
«Las religiones dicen que la religión es un monopolio, su monopolio, y esto, claro, es absurdo. Sólo hay un dios y sus distintas manifestaciones. Dios está en todo y es todo. Eso es lo que quería decir Jesucristo cuando decía que El era el Padre.»La filosofía yogui formula sus principios en la tradición védica (el Rij Veda, el más antiguo de los Vedas conocidos, data de entre el 1500 y el 1000 a. C.), posteriormente matizada en los aforismos de Papanjali (siglo II a. C.).
A partir de esta modificación de la escuela brahmánica se desarrolla posteriormente toda una serie de escuelas yoguis que marcan mayor acento en uno u otro aspecto de la actividad espiritual y corporal del ser humano.
De lo que se trata, en resumen, es de comprender que el alma se encuentra inhibida por la ilusión del ser y las limitaciones de la carne, que el hombre debe superar para, a través de múltiples reencarnaciones, disolverse en la divinidad. Al día siguiente, y con la mejor de las disposiciones, emprendimos muy de mañana camino hacia un retiro de yoga en las cercanías de Madrid.
Ya desde el comienzo del viaje podía comprobarse lo abigarrado de la asistencia. Señoras de mediana edad, cuyas casas se encuentran, con toda probabilidad, situadas en el barrio de Salamanca; un obrero de Gijón, jóvenes sin clasificar, un médico ex comunista, un militar, un ex pasota reciente, etcétera. Los caracteres más diversos, unidos. Desde los que al fondo del autobús entonan canciones típicas de excursión (aunque, en este caso, sólo a Krishna), hasta los concentrados en sus vivencias interiores. Parecía, en realidad, una expedición de sociedad excursionista dispuesta a pasar unos días de campo. «La razón para la eclosión de las filosofías orientales, unas sinceras y otras falsas, en la sociedad occidental es la existencia de una amplia clase media. Los muy pobres, como los que viven en la India, ya se hallan demasiado ocupados buscando qué comer. Los muy ricos sólo se preocupan de mantener esa riqueza y del consumo material. Las capas medias, en cambio, buscan lo espiritual, ya que lo material parece, en principio, asegurado.»
El retiro, en un complejo de bungalows de las afueras de Madrid, no es caro (2.500 pesetas una noche, cuatro comidas y transporte), lo cual no obsta para que nada más llegar comiencen a desarrollarse los cinco principios de esta escuela de yoga.
Cinco principios
En primer lugar, dieta adecuada, o lo que es lo mismo, vegetariana, con prohibición absoluta del alcohol; en segundo lugar, respiración adecuada, algo que se consigue mediante ejercicios respiratorios (pranayama) y la renuncia absoluta al tabaco. El ejercicio adecuado se consigue por medio de posturas (asanas), cuyo sentido profundo es el de hacer comprender el dominio de la mente sobre el cuerpo. La relajación adecuada, subsiguiente a los asanas, procura la desaparición de tensiones, que provocan gastos innecesarios de energía (prana). Finalmente, y como resultado y favorecedor de lo anterior, la concentración y la meditación, o lo, que es lo mismo, la tendencia consciente a la totalidad.La primera actividad del día fue una clase de asanas. Tras este ejercicio no violento, en el que hay que llegar a encontrar placer, la comida, hacia las doce, para descansar posteriormente. Alrededor de las tres de la tarde, el Swami Vishnu Devananda pronunció dos charlas con diferentes motivos. La primera trató sobre el cambio de estadio vital y psicológico que implica el matrimonio (se va a celebrar una boda hindú) y la segunda sobre la iniciación al mantra.
«La vida del hombre pasa por cuatro estadios: el primero es el de aprendizaje y juego (Brahamacharia), el segundo de formación de una familia (Krihasta), el tercero la superación de la convivencia meramente sexual, y la preparación para el cuarto: la renunciación (Vanaprasta y Sanyas, respectivamente). En la sociedad occidental no se aceptan estos dos últimos pasos, que responden a necesidades fisiológicas y psicológicas. Se llega así a la vejez en un estado de inmadurez que fomenta todo tipo de trastorno psíquico. »
La iniciación al mantra fue un capítulo importante en la actividad del día.
«La divinidad es una, pero recibe diferentes nombres según sus manifestaciones. Y aun estas manifestaciones (Vishnu, Shakti, Krishna, Shanti, Rama) son inalcanzables para la limitada mente humana. Por ello utilizamos los mantras, vibraciones preexistentes a todo y que, formuladas como palabras, nos sirven de guía para llegar a divinidad, como un mapa.
La boda, que se realizó a continuación, posee como característica más sobresaliente la provisionalidad antedicha y la presencia del fuego como único testigo.
La iniciación contempla el nuevo bautizo del iniciado con un nombre relacionado con la divinidad de su elección (siempre en sánscrito) y la adscripción de un mantra de entre las dos decenas que, en principio, son útiles para meditación.
Tras un período de descanso, después de la cena, hay casi una hora de meditación sobre el mantra y una charla de Swami Devananda, esta vez en un tono más práctico, sobre los graves efectos del alcohol, el tabaco y la carne.
Al día siguiente, asanas, pranayama y las comidas.
El Swami Vishnu no considera el yoga como una religión, sino como un sistema filosófico basado en dos lemas: Sirve, Ama, Medita, Realízate y Unidad en la Diversidad.
Como tal sistema para la educación del cuerpo y de la mente, el yoga es sin duda positivo. Queda la duda de si su ideología, pacifista y apolítica, no constituye finalmente una reducción alienante de los problemas culturales, sociales y económicos de nuestra sociedad o si, por el contrario, es un camino inexplorado para resolverlos.
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