Los trabajadores de Firestone consideran inadecuada la estructura financiera de la empresa
La falta de ampliaciones de capital y las grandes inversiones satisfechas con créditos proporcionados por los propios accionistas -la banca- son la causa de la difícil situación económica por la que atraviesa la empresa Firestone Hispania.
Esto es, al menos, lo que se desprende de un informe que sobre la situación económica de la empresa ha realizado un equipo de economistas contratado por los trabajadores.Cuando a la hora de redactar un nuevo convenio colectivo para los 3.900 trabajadores que tiene Firestone en Vizcaya, la representación social de aquellos solicitó a la empresa un incremento salarial lineal de 9.500 pesetas, aquélla comunicó su negativa a elevar los sueldos en todo el año 1978 alegando «dificultades económicas» y pérdidas altas en los años 1976 (234 millones) y 1977 (189 millones).
El informe de los economistas de los trabajadores confirma estos datos, pero señala que Firestone fue una empresa rentable hasta 1975 (beneficios de 478 millones en 1973, 480 en 1974 y 159 en 1975).
A partir de 1975 -según consta en el informe- se inicia el declive de la empresa, coincidiendo con la inversión de 1.447 millones realizada en las factorías de Basauri y Usansolo (Vizcaya) y en Burgos -la mitad-. De esa cifra total, cincuenta millones se consiguieron con nuevas aportaciones de capital, 272 con beneficios de ese año, 231 millones con fondos de amortización y el resto, 594 millones, con créditos bancarios.
Señala asimismo el informe que en 1976 se efectuó la compra de Neumáticos General (instalaciones valoradas en 2.000 millones), invirtiéndose, además, 744 millones. Del total, únicamente 275 millones fueron aportados por los accionistas. De estas cifras se desprende en el informe que de 1973 a 1977 el valor de las instalaciones se ha multiplicado en Firestone 3,6 veces, en tanto que las aportaciones de los accionistas han aumentado aproximadamente en 1,8 veces.
La solución a la falta de aportaciones de los accionistas, en proporción al aumento de las inversiones - según se afirma en el estudio-, se encontró en los créditos. En 1973, Firestone debía alrededor de 1.600 millones de pesetas, que se convirtieron en 10.000 en 1977, con un pago de intereses de 746 millones el último año. Este gasto -en opinión de los economistas de los trabajadores- ha hecho disminuir los beneficios y, paralelamente, las inversiones. Ante las dificultades por falta de nuevas inversiones -se señala en el estudio-, la empresa ha acudido a nuevos créditos financiados por los más importantes accionistas de Firestone (52% en manos de los bancos de Vizcaya, Bilbao, Banesto, Hispano y Urquijo, y 26,25% en poder de Firestone América).
Se afirma en el informe que hoy los costes financieros de Firestone son la fuga más importante del conjunto de beneficios de la empresa, dado que los bancos, accionistas de la misma, no han aportado dinero en calidad de accionistas, sino de prestamistas, cobrando sus intereses existieran o no beneficios. En el mismo estudio se señala que estos bancos, en 1976, no solamente cobraron la mayor parte de los 474 millones que suponía el coste financiero, sino que, además, con pérdidas de 234 millones, repartieron dividendos por valor de 176 millones.
Entre las conclusiones del estudio de los economistas de los trabajadores destaca la calificación de «desastrosa» para la política financiera de la empresa y consideran la ampliación real y urgente de capital como única solución a la crisis económica.
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